Melchor López, nacido en Santa Cruz de Tenerife y criado en Los Silos, es un poeta que ha hecho del desplazamiento una forma de vida y de escritura. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de La Laguna y publicó sus primeros poemas en 1990, en la revista Syntaxis, para después colaborar con Paradiso. Desde entonces, su trayectoria vital ha sido un continuo ir y venir entre islas: en 1998 se instaló en Fuerteventura, más tarde en Lanzarote, donde ejerce como profesor de Secundaria y donde sigue escribiendo desde Arrecife.

Su libro Según la luz es una recopilación de cuadernos escritos a lo largo de más de veinte años de viajes y poesía. Lo abre una cita de Sophia de Mello —«E outro nasceu de tudo quanto viu»— que condensa el corazón del libro: el viaje como transformación, como forma de renacer en otro. Porque cada desplazamiento, cada mirada nueva, cambia también a quien la ejerce.

El poemario se construye como se construye una vida: por acumulación, sin plan previo, siguiendo el curso imprevisto del viaje. López lo define como una “poesía del yo y del lugar”, una escritura que se nutre de las revelaciones de lo cotidiano, de esos instantes en que el mundo se deja ver con una claridad repentina. Pero junto a esa celebración de lo vivido late también el paso del tiempo y la pérdida que toda belleza conlleva.

El recorrido por los distintos cuadernos que conforman Según la luz plantea una evolución clara: la voz del poeta cambia, se transforma a medida que avanza el viaje. No se trata solo de acumular poemas, sino de vivir una metamorfosis: el sujeto que escribe al final ya no es el mismo que inició el trayecto.

Cada cuaderno que compone Según la luz marca una etapa en esa transformación del poeta y de su voz. En el “Cuaderno marroquí” (1993-1994), inspirado por la lectura de Eugénio de Andrade, el autor se adentra en un territorio próximo y, sin embargo, culturalmente distinto, habitado por gentes que despiertan fascinación y desconfianza a partes iguales. El viaje, en contraste, también sirve para reivindicar las virtudes del sedentarismo.

El “Cuaderno inglés” (1996) nace de un viaje a Gran Bretaña y destaca el contraste con su isla de origen. López observa un país hecho de mezclas, y de esa observación surgen poemas de tono melancólico y romántico, donde el amor y la distancia dialogan en equilibrio.

En el “Cuaderno de La Gomera”, la relación entre paisaje y palabra se vuelve esencial como se muestra en “Paisaje del lugar”: “Con tres/ o cuatro rocas/ (…) se compone un paisaje./ O un poema”. Esa economía expresiva se acentúa en el “Cuaderno de El Hierro” (1997), donde la aridez volcánica condiciona el lenguaje. Allí, la escritura se vuelve casi filosófica: “Detrás del horizonte/ no espera otro horizonte”.

Con el “Cuaderno portugués”, el tono cambia, aflora una voz más serena y agradecida. En “La paz, en Braga”, el poeta cuenta cómo “la paz me asaltó en Braga” y lo reconcilió “con dios, el mundo y los hombres”: un poema de reconciliación, de redescubrimiento.

El “Cuaderno de Granada”, la belleza adquiere un papel central. Frente a la hermosura del Generalife, el poeta confiesa que “entre tanta belleza, [no] quiso (…) morir”. Pero incluso en ese canto a la vida permanece el eco del dolor, como se aprecia en “La elegía del bosque de las cenizas”, donde la muerte se asume como parte inseparable de la existencia.

Finalmente, los cuadernos de Lisboa y las Azores revelan un cambio de tono y forma: el verso se hace más narrativo, más contemplativo. Es la voz de quien ya ha viajado mucho, pero sigue mirando con asombro.

A lo largo de todas estas etapas, Melchor López mantiene intacta su curiosidad por el mundo y su deseo de encontrar la belleza —a veces mínima, a veces deslumbrante— en lo más cotidiano. 

Según la luz no es solo un cuaderno de viajes: es una búsqueda de sentido, una meditación sobre el paso del tiempo y la identidad, escrita con una luz cambiante que, como la del título, revela distintas verdades según desde dónde se mire.

Según la luz está disponible aquí.

Pueden leer otra reseña de Melchor López y su Cuaderno de Cabo Verde, aquí.