Nos hallamos ante un poemario cuyas líneas tienen la intención de sumergirnos en un cóctel de sabores y reacciones. Por un lado, líneas de cognac, tejidos de finos trazos, y por otro esa belleza de una flor con pétalos de fuertes colores.

Somos una salvaje y libre marea

que no sabe de sueños o promesas.

Somos un solo dios que, cual eco, reverbera

en cada llama,

en cada fuego.

Y se reinvente tras las cenizas.

Tras el profundo azul de las marismas.

Tras el ocre de las tristezas.

Somos la campana de horizonte

que se quiebra

y todavía suena.

Somos grito ahogado de necesidad mutua.

Reinos de silencios que amanecen a raudales.

Somos nosotros con ese querer hecho a distancia

floreciendo deseos.

Al ritmo de breves sorbos, los autores nos llevan a apreciar los paisajes de sus tierras, nos colocan en sus parajes preferidos y nos empujan al vacío de los cielos de cada quien, regalándonos pronunciadas curvas en los latidos y dejando muchas veces al paladar palpando el sabor exacto de sus versos.

Yo escribo a la muerte sin mirar hacia el amor

sin ver sus senderos de traición

sin oír sus gritos de fábulas

y las vértebras horadadas

de cadas grisácea estación

Y apunto cada motivo bañado de luna,

cada latido opaco de lluvia

sobre la senda errática del caracol.

[…]

Escribo para que tus ojos vivos lean esto

antes de que se me olvide respirar bajo la sombra del ciprés enhiesto

que colinda el huerto del más allá

donde no te aman las horas Macilentas de la madre eternal

Sus frases nos conducen del remanso de una melodía nocturna a la efervescencia de las aves al romper el alba.

Ninfomántica es una fusión que nos pasea por senderos obtusos y nos lleva al borde de las sensaciones para soltarnos, motivándonos a abrirles las alas a los sentidos.

Yo no sé si estuvimos siempre

o nos fuimos bajo la senda de las polvorientas promesas.

No sé si somos invisibles dioses,

sedientos de azahar y de pretender nuestros huesos,

en arcadias y hogueras

Y me gusta pensarme como un libro abierto en una página cualquiera. Un libro buscando ser leído, un libro escrito por todas las manos que han cuidado mis días.

Me habita la persistente necesidad de atrapar palabras que sirvan como puente. La búsqueda de ser un libro al que solo otros ojos puedan darle sentido.

Por eso me siento y escribo.

Existe, en esta alquimia, el efecto de una balsa navegando sobre el río manso y de pronto aparece el vértigo arrastrando el sentir, haciendo correr la adrenalina, dando un golpe seco y frontal al lector de una página a otra, colocándonos entre dos tierras: del Edén a la crudeza de la selva, de la plasticidad de un vuelo a la rebeldía de la fiera.

El sabor de cada escrito proviene del sentir de cada poeta, la forma en que mira el mundo nos es transmitida mediante el canal de la palabra, es su esencia lo que plasma; Alfonsina Storni nos deja ver en uno de sus textos lo que para el alma es plasmarse en letras, ese sentir poético inexorable que poseen los seres sensibles, con la virtud de plasmar emociones a través de la tinta:

Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda, que angustiada y sola,
va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
que puede ser un lirio, una violeta,
un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta,
y ruge cuando está sobre los mares,
y duerme dulcemente en una grieta.

Alma desnuda, Alfonsina Storni

Pues bien, Ninfomántica logra el ensamble de dos almas, que fusionan su néctar poético y logran un sabor original que pasea nuestras emociones, involucrando imágenes sublimes y tintes cotidianos, manejados con intención de descolocarnos, quizá un poco, y así apreciar desde otro punto la prosa y el verso.

Veo en los ojos de la soledad la inquietud del mar,
el tacto ocre de la muerte
la melodía de plenilunios y tormentas
contar con tus labios los dedos de la suerte

Te brindo lo agridulce de mi lengua y un corazón a medio latir. Te ofrezco lo que pocos se atreven a regalar, lo que soy; la honestidad y la frialdad de mis momentos bajos, la marea roja de una herida que no sabe ser cicatriz, que sólo sabe doler.

Ambos autores buscan tocar sutilmente el sentimiento e intencionalmente dejan escapar lancetazos repentinos de realidad, consiguiendo clavar su aguijón.

A los veintiuno me caí del mundo. Y en una edad en la que se supone que las cosas comienzan a asentarse, hurgue tras las verdades absolutas.


Me perdí al menos setenta y cinco veces mientras quitaba capa a capa la imagen de un “yo” que otros habían modelado.

Si bien el poeta refleja poco o mucho de sí mismo en un escrito, el lector puede encontrarse en una frase y hace un poema suyo en el mismo instante de la lectura.

La poesía nos permite interiorizar y exteriorizar, es un portal hacia esas dos dimensiones, es el espejo, el túnel, un pasadizo donde uno puede ir y venir. Es la cuestión y la respuesta, la conexión, el puente.

Pizarnik nos cuestiona acerca de ¿qué significa traducirse en palabras? y ¿para quién escribimos?

Puertas del corazón, perro apaleado, veo un templo, tiemblo. ¿qué pasa? No pasa. Yo presentía una escritura total. El animal palpitaba en mis brazos con rumores de órganos vivos, calor, corazón, reparación, todo musical y silencioso al mismo tiempo. ¿Qué significa traducirse en palabras? Y los proyectos de perfección a largo plazo; medir cada día la probable elevación de mi espíritu, la desesperación de mis faltas gramaticales. Mi sueño es un sueño sin alternativas y quiero morir al pie de la letra del lugar común que asegura que morir es soñar … ¿para quién escribes? Ruinas de un templo olvidado … Solamente tú sabes de este ritmo quebrantado.

La piedra de la locura, Alejandra Pizarnik.

La poesía es también una forma de situarnos en realidades o bien despegar los pies del suelo. Los autores juegan con esas cartas a lo largo de esta obra, regalando al lector ese ambiente de no saber el color ni el número de la próxima tirada.

Nos regalan una obra donde el sabor del amor, de la vida y de la muerte se entrelazan y conforman un lienzo donde cualquier trazo puede iniciar ese viaje que sólo las letras nos pueden brindar. Sinfonías grises, rojas y azules que nos toman y nos conducen hacia senderos en donde, al final de cada uno, seguramente nos será revelado alguno de los tantos rostros de Ninfomántica.