Néstor Perlongher fue un poeta, escritor y militante LGBT argentino radicado en Brasil desde 1982. Fue uno de los fundadores y referente principal del Frente de Liberación Homosexual en Argentina, una de las primeras organizaciones LGBT del mundo. Fue animador de la literatura neobarroca rioplatense, un estilo que él denominó “neobarroso”. Perlongher siempre rechazó el uso comunicacional del lenguaje; prefería deslizarse por sus contorsiones y sonoridades; la sensualidad del texto y el léxico exuberante. Entre sus obras publicadas se encuentran “Alambres”, “Austria-Hungría”, “El cuento de las iluminaciones” y “Prosa Plebeya”. Asimismo participó en diversas antologías y colaboró con numerosos medios periodísticos. Falleció a causa del SIDA en 1992.

En su inquebrantable compromiso social, Perlongher abrió en 1971 un debate público para lograr que se derogaran las ordenanzas policiales que daban lugar a la detención y maltrato de los homosexuales, y colabora junto a Sabrelli, Matamorros y Puig en la fundación del Frente de Liberación Homosexual. Las repercusiones contra los homosexuales eran sociopolíticas ya que las pautas tradicionales se sustentaban por la religión y eran mantenidas por la cultura legislativa represiva de la sociedad.

A mediados de 1975, el semanario fascista El Caudillo llama a acabar con los homosexuales y propone lincharlos, haciendo abierta referencia al FLH. En esos momentos, buena parte de los militantes se alejan, proponiendo la disolución; empieza a cundir el terror.

Perlongher, con el trasfondo social de «ser humano afectado por su condición de homosexual», aparte de las funciones políticas que pudo ejercer estando al mando del Frente de Liberación, usaba su poesía para transmitir mensajes al entorno cultural. Es decir, lo mismo que las protestas, el mismo repudio mostrado para elaborar una crítica social, también lo muestra en sus poemas. La literatura es una búsqueda y un encuentro con nuestros deseos; una manera de afrontar la vida; una salida de las estructuras que el Estado ha impuesto. Perlongher a través de sus poemas ha logrado desterritorializar lo que el lenguaje había territorializado. Se menciona esto porque Perlongher ya no usa un lenguaje que sigue el ritmo de lo establecido en el espacio social, ahora marca violencia en el uso del mismo; a través de las líneas de fuga concibe el mundo del otro; el mundo de la homosexualidad en donde no se sujeta a la política, donde se siente un poco más libre.

Perlongher era consciente de que el levantamiento homosexual era sólo parte de una mayor crisis social. El Frente de Liberación Homosexual formaba parte de todo el sector social del pueblo que estaba luchando por cambiar la economía, la sociedad y las leyes que mantenía el régimen autoritario. Escribió el siguiente poema en el momento en que se dirigía hacia la lucha por los derechos de los homosexuales y nunca fue incluido en los libros que él mismo editó más adelante, ni siquiera en el primero, «Austria-Hungría».

Defensa de los homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco (fragmento)

Mientras
los homosexuales se acarician en los baños
viejas arpías hilan largos largos echarpes
en lo alto de las ciudades
coloquian en torno a grandes lavarropas azules
sobre la representación de las tragedias griegas y los principios de la catarsis
mientras que sus maridos los aztecas
cazan en sus oficinas para los sacrificios de la cena
los canarios duermen la siesta de los gusanos (…)

De estos versos se desprende que, para Perlongher, la sociedad no está definida como un grupo de individuos que comparten solamente costumbres y estilos de vida, sino también un sistema moral y cultural que consideramos reaccionario.

La poética de Perlongher está fundada en el neobarroco que se propaga en las letras latinoamericanas, y que fue uno de los estilos poéticos que usó el escritor para expresar la voluntad de reflexionar sobre lo que causó la última dictadura militar en Argentina. Esta poética se identifica con el abandono del tono coloquial del discurso poético, y en tono paródico Perlongher acoge el término «neobarroso» para aproximarlo al fango, al barro, y juega con términos de la cultura argentina; uno de ellos es el fondo de barro del río de la Plata en donde las cosas parecen desaparecer pero siempre están.

(El neobarroco) No funciona como una estructura unificada, como una escuela o disciplina estilística, sino que su juego actual parece dirigido a montar la parodia, la carnavalización sobre cualquier estilo.

En este caso, Perlongher a través de su poesía neobarrosa recurre al delirio que lo hace salir de la norma establecida del canon literario, y forma a través de su escritura una intervención en el discurso sociopolítico de protesta contra la guerra sucia y la política de exterminio; usando la descomposición de las palabras para recuperar a través del lenguaje una nueva creación sintáctica. En cuanto a la escritura del neobarroso, Perlongher a través de juegos en el lenguaje y figuras literarias, daba diferentes enfoques de lo que sucedía en su entorno, explorando lo superficial y lo banal; la exaltación de los espacios urbanos y del cuerpo son dos rasgos que se recuperan en el neobarroso. El lenguaje solo es el medio para expresar lo que tenemos dentro. “El ser y el significado siempre están unidos entre sí”

El cubano Severo Sarduy en un artículo sobre «El barroco y el neobarroco», pone de manifiesto la artificialidad que asume el lenguaje en esta nueva estética y la condición paródica que tienen los textos que leemos como neobarrocos. Uno de los poemas bufos de Perlongher en el que asume el término «paródico» reúne al portuñol con lo gauchesco y lo barroco, parodiando la situación política brasileña.

El que en la cuenta acredita del candidato amigable descubre, cuando ya es tarde, que se le ha ido la guita y que lo que le debían ya no le pueden cobrar, ni siquiera protestar por tamaña tropelía (…)

Después de la transición totalitaria en Argentina, la poesía promovió el cuestionamiento de la identidad. Perlongher preparó la antología Caribe Transplatino con una introducción a la poesía neobarroca cubana y rioplatense (Iluminarias de San Pablo en 1991), en donde manifiesta que la poesía «no es una poesía del yo, sino la aniquilación del yo» . Con esto el autor nos invita a una lectura que cuestione micropolíticamente la construcción social del individuo como un modo de vivir. Y así, entre la escritura y la poesía, Perlongher fue desafiando las estratificaciones del poder.

Algunos poetas describieron la dictadura a través de la poesía y funcionó como evidencia de un período en el que la censura cultural reprimía cierta expresión literaria. La poesía expresó todo aquello que no se podía decir abiertamente y a todo público. En palabras de Octavio Paz:

La poesía ha dicho Rimbaud, quiere cambiar la vida. No piensa embellecerla como piensan los estetas y los literatos, ni hacerla más justa o buena, como sueñan los moralistas. Mediante la palabra, mediante la expresión de su experiencia, procura hacer sagrado al mundo; no pretende hermosear, santificar o idealizar lo que toca, sino volverlo sagrado. Por eso no es moral o inmoral, hermosa o fea. Es simplemente poesía de soledad o de comunión. Porque la poesía que es un testimonio del éxtasis.

En cuanto a la escritura del neobarroso, «usaban juegos de palabras y aliteraciones que daban diferentes enfoques de lo que sucedía, explorando lo superficial y lo banal. La exaltación de los espacios urbanos y del cuerpo son dos rasgos que se recuperan en el neobarroso». Así nace este tipo de «poesía social» que funcionaba como lenguaje testimonial de lo que ocurría a su alrededor.

El poema «Cadáveres» de Perlongher, escrito al final de la dictadura, tiene un estilo neobarroso en donde nos hace pensar la relación entre poesía, política y memoria, logrando una escritura que causa horror de la realidad. Perlongher, a través del lenguaje poético, le da vida a los cuerpos desaparecidos:

Bajo las matas, en los pajonales, sobre los puentes, en los canales. Hay cadáveres.

En palabras de Ignacio Iriarte, la poesía de Perlongher «se centra en lo que sale del cuerpo (sudor, lágrimas, semen, materia fecal), como si la palabra y los flujos fueran lo mismo: constancia simbólica o supuración biológica que comprueba que ese cuerpo existió». Para Perlongher, el cuerpo en su totalidad es natural, y todas las emanaciones y secreciones forman parte del mismo, como extensiones válidas del propio ser, tan válidas como la palabra. El poeta hace una comparación entre esos flujos desechados por el «cuerpo humano» y los homosexuales, marginados y excluidos como restos que secreta el «cuerpo social», de esa forma crítica a la sociedad.

En el poema «Evita vive» , Perlongher también utiliza el cuerpo para mostrarlo como tema social; desde la voz, las piernas, las miradas, la piel de Evita como figura que infringe la moralidad de las costumbres. Es por eso que creó una «Evita entre los marginados» logrando que aquella mujer rebelde que transgrede entre el goce y el juego alcance una realidad diferente a lo que vivían. Evita vuelve ya no siendo montonera (combatiente que lucha por el socialismo) sino que vuelve para ser una drogadicta que vive entre chupones, bebidas y gemidos; uniéndose con «maricas» para formar parte de aquellos marginados que eran criticados por la sociedad argentina.

Por qué seremos tan hermosas (fragmento)

Por qué seremos tan superficiales, tan ligeras
encantadas de ahogarnos en las pieles
que nos recuerdan animales pavorosos y extintos,
fogosos, gigantescos.

Por qué seremos tan sirenas, tan reinas
abroqueladas por los infinitos marasmos del romanticismo
tan lánguidas, tan magras.

Por qué tan quebradizas las ojeras, tan pajiza la ojeada
tan de reaparecer en los estanques donde hubimos de hundirnos
salpicando, chorreando la felonía de la vida
tan nauseabunda, tan errática.

Néstor Perlongher supo captar que los deseos de transformación social están guiados no solo por la pasión de destrucción del mundo tal como se nos presenta, sino por una perspectiva afirmativa, por un profundo deseo revolucionario.

No es el poder de nombrar lo que confiere la libertad que deriva del discurso del dominio, sino la habilidad de escapar al poder de los significados impuestos por el otro.

Sin necesidad de recurrir a la deconstrucción de Derrida, se puede ver que es el mismo lenguaje como protagonista el que ocupa el centro de la escritura de Perlongher. Después de la transición totalitaria en Argentina, la poesía originó el cuestionamiento de la identidad. El poeta, el escritor, el revolucionario estaba exiliado del lenguaje; y coloca esa realidad en su escritura.

En la escritura de Perlongher, el autor muestra la característica central del neobarroso, en donde lo principal es la presencia de lo político y la subjetividad del texto. El mismo autor manifiesta que la poesía “no es una poesía del yo, sino la aniquilación del yo”, esto lo lleva a exiliarse de él mismo, y nos incita a una lectura que cuestione micro políticamente la construcción social del individuo como un modo de vivir. Y así, entre la escritura y la poesía, Perlongher va desafiando las estratificaciones del poder. Es el lenguaje quien tiene el papel más importante. Al escribir, cuando se habla de neobarroso, no solamente es lo estético sino lo político de la literatura que tiene una conexión con lo real y lo simbólico.

Bibliografía

Iriarte, Ignacio. «VIII Congreso Internacional Orbis Tertius de Teoría y Crítica Literaria». La Plata en Memoria Académica, 7 de mayo, 2012.

Perlongher, Néstor. «Prosa Plebeya». Ediciones Colihue S.R.L., 1980.

Palmeiro, Cecilia. «Locas, milicos y fusiles: Néstor Perlongher y la última dictadura Argentina». Estudios 19:38, julio – diciembre 2008.

Eagleton, Terry. «Cómo leer un poema». Ediciones Akal, S.A., 2007.