Cuando uno ve su obra por vez primera, no la comprende; al conocer su historia uno puede adentrarse en esas líneas, que son como gotas de sangre de un ser herido; como tragos de vino de esa mujer que se emborracha por aversión, por delirio, por celos, por aquello que le conmueve, pero sobre todo, por amor.

Un amor sufrido, un amor gris, espinoso, extenso como un valle, pero con muchos trazos obscuros… dulce, intenso, abismal.

Un sabor enervante en su escritura, tintes de tanta ternura, propia de una mujer con grandes y profundos sentimientos; un mar surge de su pluma y acaricia en brisa, con sus palabras.

Frida se autorretrata, porque refleja en ella misma un sufrimiento físico desgarrador, la hiel que atraviesa su garganta, el terrible dolor que la doblega y la Frida que se levanta, edificándose nuevamente.

Frida se autorretrata porque, es ella misma su única referencia, porque es ella su Norte, porque cae en cenizas y se reinventa una y otra vez.

Frida se autorretrata porque le hace un homenaje a su propia figura, tan trabajada, tan lacerada, tan amada, tan firme en seguir al ser querido, aun viviendo sus múltiples dolores tanto físicos, como del alma:

[…] Cuando me dijeron que habrían de amputarme la pierna no me afectó como todos creían, NO, yo ya era una mujer incompleta cuando le perdí, otra vez, por enésima vez quizás y aún así sobreviví[…]
No pretendo causarte lástima, a ti ni a nadie, tampoco quiero que te sientas culpable de nada, te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te “amputo” de mí, sé feliz y no me busques jamás[…]
Se despide quien le ama con vehemente locura,
Su Frida.

Así reza una parte de una de sus cartas a Diego Rivera, a quién siempre amó con locura, según sus propias palabras.

Frida nos enseña a vivir a pesar de tanta adversidad y nos regala en sus poesías y en sus cuadros esa descarga de sus ríos. Esos torrentes que, si uno es sensible, lo tocan por dentro y le hacen reflexionar sobre cuánto puede soportar un ser.

Nos enseña a valorar, a caminar a pesar de los tropiezos, a sanar raspaduras, a festejar la vida en cada trago, pero sobre todo a “amputar” y soltar…

Es Frida Khalo… por siempre nuestra Frida…

Extractos de las cartas de Frida a Diego Rivera

Recuerda que siempre te amaré
aunque no estés a mi lado.
Yo en mi soledad te digo,
amar no es pecado a Dios.

Amor aún te digo si quieres regresa,
que siempre te estaré esperando.

Tu ausencia me mata,
haces de tu recuerdo una virtud.

Tu eres el Dios inexistente
cada que tu imagen se me revela.

Le pregunto a mi corazón porque tú y no algún otro.
Suyo del alma mía.

-Frida Khalo-

Nada comparable a tus manos,
ni nada igual al oro-verde de tus ojos.
Mi cuerpo se llena de ti por días y días.

Eres el espejo de la noche.
La luz violeta del relámpago.
La humedad de la Tierra.
El hueco de tus axilas es mi refugio.

Toda mi alegría es sentir
brotar la vida de tu fuente-flor
que la mía guarda para llenar
todos los caminos de mis nervios que son los tuyos,
tus ojos, espadas verdes dentro de mi carne,
ondas entre nuestras manos.
Solo tú en el espacio lleno de sonidos.

En la sombra y en la luz;
tú te llamarás auxocromo, el que capta el color.
Yo cromóforo, la que da el color.

Tú eres todas las combinaciones de números. La vida.

Mi deseo es entender la línea, la forma, el movimiento.
Tú llenas y yo recibo.

Tu palabra recorre todo el espacio y llega
a mis células que son mis astros y va
a las tuyas que son mi luz.

-Frida Khalo-

Verdad es muy grande
que yo no quisiera ni hablar,
ni dormir,
ni oir,
ni querer.
Sentirme encerrada
sin miedo a la Sangre,
sin tiempo ni magia
dentro de tu mismo miedo
y dentro de tu gran angustia
y en el mismo ruido de tu corazón.

Toda esta locura, si te lo pidiera,
yo sé que sería para tu silencio
sólo turbación.

Te pido violencia en la sinrazón
y tú me das gracias,
tu luz y calor.

Pintarte quisiera
pero no hay colores por haberlos tantos,
ni mi confusión,
la forma concreta de mi gran amor.

-Frida Khalo-

Nunca fue ni será mío.
Es de él mismo.
La vida callada dadora de mundos,
lo que más importa es la no ilusión.
La mañana Nace,
los rojos amigos,
los grandes azules,
hojas en las manos,
pájaros ruideros,
dedos en el pelo,
nidos de palomas,
raro entendimiento de la lucha hermana,
sencillez del canto de la sinrazón,
locura del viento en mi corazón.
Dulce xocolatl del México antiguo,
tormenta en la sangre que entra por la boca.
Compulsión,
augurio,
risa
y dientes finos,
agujas de perla
para algún regalo de un siete de julio.
Lo pido,
me llega,
canto,
cantando,
cantaré desde hoy
nuestra magia, amor.

-Frida Khalo-

Sr. mío Don Diego:
Escribo esto desde el cuarto de un hospital
y en la antesala del quirófano.
Intentan apresurarme
pero yo estoy resuelta a terminar ésta carta,
no quiero dejar nada a medias
y menos ahora que sé lo que planean…

[…]

Cuando me dijeron
que habrían de amputarme la pierna
no me afectó como todos creían,
NO,
yo ya era una mujer incompleta
cuando le perdí, otra vez,
por enésima vez quizás
y aún así sobreviví.
No me aterra el dolor y lo sabes,
es casi una condición inmanente a mi ser,
aunque sí te confieso que sufrí,
y sufrí mucho…

[…]

No pretendo causarte lástima,
a ti ni a nadie,
tampoco quiero
que te sientas culpable de nada,
te escribo para decirte que te libero de mí,
vamos, te «amputo» de mi,
sé feliz y no me busques jamás.

-Frida Khalo-