@SatanasIsAlive aterrizó en Poémame a principios de junio para revolucionar el Bar de Poémame con su poesía absolutamente cautivadora.

Adentrarse en sus versos, es introducirse en un universo dotado de cierto romanticismo crudo, mucho sentimiento, madrugadas, frío, cuerpos y con un sello personal indiscutible que los convierte una red en la que el lector queda atrapado sin apenas darse cuenta.

Dice que le frustra no saber dar un final correcto a sus escritos, pero lo cierto es que sus poemas tienen un principio y un final que se dan la mano para hacer un poema cerrado y redondo. Os ofrezco un repaso por algunos de sus poemas, para saborear los diferentes colores, emociones y matices que se encuentran en sus versos.

Hay poemas que traen un frío que nada es capaz de aliviar:

Un café, en el anochecer de las mañanas

Y entonces no,
supe que no me interesaba
sentir desaires
al borde de un suspiro.

Ni los reproches
de una mente desgastada.

No me interesaba
sentir un abrazo
frío,
ni un tibio café
por las mañanas.

Yo era el barco
de papel,
ella la laguna
al borde de los
recuerdos.

Y no necesité «Te quieros»
como desayuno,
no necesité más
abrazos del viento
ni piel de porcelana.

Los pies
caminaron por ruinas
de caminos
que nunca fueron
ciertos y
las lágrimas
de una luna me abrazaron
a través de
la ventana.

Y desde entonces
la duda es cierta
la mentira es vana,
las curas vienen muertas
con un frío café
por las mañanas.

En algunos de sus poemas, el tiempo, la soledad y la desolación se abren paso para quedar clavados en el alma del lector.

Cuarenta veces invierno

Olvídate de las flores bajo la aurora de tu mirada,
olvídate del calor del café de la mañana,
deja atrás al fantasma del pasado,
ponle el cerrojo al corazón cuando salgas por la puerta.

Porque olvidas besos y te quedas con los versos, que se ahogaron en tu boca
y lloraron en tu mirada.
Porque floreces cuando amaneces pero relampagueas de lluvia bajo el insomnio.

Porque siendo fuerte te haces frágil,
porque siendo frágil aprendes a ser fuerte,
pero para ese rancio corazón ya no es fácil,
olvidar querer, sin querer la vida ni la muerte.

Has bailado sola,
las manos del tiempo han dado arrugas de brisa a tu piel,
la mirada de las nubes han dicho,
que no has aprendido a caminar,
por primero querer correr.

Y desde entonces caminas en arrabales de sentimientos marchitos,

donde los corazones vacíos se ahogan en mares de ron,
donde la cura es el dolor y la sed de aliento es insaciable,
donde mueres sin ser tú, sin ser nada, sin ser nadie.

A veces plasma el amor en las letras de una manera casi musical, ese besar los versos, ese perder el corazón en un poema, dejando claro que alma con sus suspiros es poesía.

Dejó de ser poesía

Hice de versos rimas,
condené la vida en un escrito perverso,
asesiné al tintero sin conocer la vida,
enterré el cadáver entre el paréntesis de un verso.

Respiré en el cuello de una línea,
besé las letras de una piel como mejor lienzo.
Naufragué en una boca como Joaquin Sabina,
en un retazo de papel le di la vuelta a un universo.

Desde entonces
ha de condenarme
la mirada de una rima,
la bocanada de un papel,
escrito en un viejo recordatorio
en los recónditos lugares,
donde habitan los retazos de una piel.

El alma de un libreto vaga entre prosas,
las hojas pasaron a ser muchas cosas,
pasó a no ser lo que parecía,
perdió el suspiro del alma y dejo de ser poesía.

Hay poemas que aparecen marcados por una herida triste que sólo la lluvia y la luna pueden mitigar.

La falda de una habitación

Se dice que en el amanecer de una noche,
se dejaron besos empapados en el ombligo de un cuerpo,
se dice que bajo el infierno de la luna y el capó de un coche,
las mariposas hicieron ríos de un mar muerto.

El renacimiento
al tintero del tiempo
cobró vida,
los corazones
posan cada noche
en las miradas
que nunca tocaron,
de los abrigos de seda
sin despedida.

Las nubes
levantan sus faldas,
consienten las almas
de vidas perdidas,
al caer la noche
bajo la falda
no hay abrigo
tampoco almas,
está la lluvia
de su lado y la luna,
aliviando la grieta
de la herida.

Las ojeras del viento,
posaron en los rostros del tiempo,
y las dudas del pasado,
no saciaron el arrepentimiento.

En el matiz oscuro
de un cielo gris
hubo una historia
con principio sin fin
donde el amor,
por noches lo decide
el viento de los sentimientos
del refugio,
y la voluntad,
era olvidada
en la gaveta de una habitación.

En algunos poemas es capaz de meter el universo entero en un solo verso.

A veces el universo

A veces el universo
se atasca en un abismo,
ese que deja muda a la letra,
ciego al sentimiento,
a veces el universo
se atasca en las orillas
del recuerdo.

A veces el universo
suplica piedad
de las almas,
y pide clemencia por las mismas.

A veces el universo
va de la mano,
con otro universo,
a veces hace de sí
mismo lluvias,
e inunda mares,
donde creía
haber desiertos.

A veces el universo
se llena de dudas,
y rompe en letras
las penas que viven
dentro de sus sentimientos.

A veces el universo,
es solo otro universo,
y de vez en cuando,
cabe el mismo,
en la escritura de un verso.

Para acabar este breve recorrido por los poemas, os dejo un poema que sobresale por su exquisita belleza y esperanza, puesto que después de cualquier tormenta, siempre, siempre escampa.

Cuando el corazón escampa

Ya no llueve,
ya el cielo no nubla
sus arrabales
de montañas rosadas,
las viejas miradas
han dejado de ser
tan grises,
la lluvia ha dado
espacio al sol
sobre las mejillas.

El Jazz acampa
en los oídos,
de los apasionados
escritores,
que dan vida
a las letras en versos
de su universo.

El sol
ha dejado de quemar
la lluvia
ha dejado de doler.
las mañanas,
el pasto fresco,
el «Buenos días»
de una madre,
las ganas
de querer,
el querer poder.

Las mañanas
ya son frescas,
las tardes
han caído
cálidas,
y la noche
se ha vuelto nuestra.

Ya no hay escombros
en el cementerio de
recuerdos,
al son del fuego
se han vuelto cenizas,
se han ido
sin decir adiós,
el tiempo pasó,
y al mal
se lo llevó la brisa.

Ya
la falda de la luna
no baila sola,
y el sentimiento
olvidado
ha tomado vida
como recuerdo,
ya
la vida no va
tan lenta,
va rápida
para el loco
que fingió ser
feliz,
cuando siempre
habitó
en la mente
de un cuerdo.

Pero escampa,
para los ojos
que llovieron,
y ahora,
sale el sol
por las mañanas,
con su abrigo de piel,
para el corazón
que supo naufragar
algún vano
sentimiento perverso.