El pasado 10 de marzo publicamos el primero de los tres artículos dedicados a la antología poética Decir mi nombre editado por la Editorial Milenio y el segundo una semana más tarde. Con este de hoy acabamos la serie de tres artículos que le hemos dedicado a esta interesante muestra de poetas nativas digitales.

Entre los dos artículos hemos repasado el trabajo de Cherie Soleil, Sandra Santana, Silvia Nieva, Camino Román, Uxue Juárez, María Sotomayor, Mónica Caldeiro, Lola Nieto, Blanca Llum Vidal y Berta García Faet.

Hoy vamos a ver el trabajo del resto de poetas, experimentales y respetuosas de la tradición, investigando también la obra y la memoria de sus maestras o antecesoras, tan larga e injustamente soterradas, en palabras del antólogo Martín Rodríguez-Gaona.

María Yuste (Murcia, 1988) es una poeta que rechaza definir su poesía y que intenta ser sincera y honesta a través de sus poemas. Sus poemas son un interesante conjunto de relatos. Aquí Verano.

Soledad fingía dormir junto al profesor de piano de Emma. Se habían conocido trabajando para la familia y habían salido juntos un par de veces. A las madres del vecindario les gustaba pensar que se parecía a Ashton Kutcher, pero no era cierto, y cuanto más vino había bebido la noche anterior, menos se lo había estado celebrando un cumpleaños mientras «Ashton» le había dado los peores besos de su vida. Ahora, tirada en una cama con la ropa de ayer y restos de semen resecos en el pelo pensaba en ello y en cómo habría preferido estar con Dolores en casa riéndose de alguna película cutre en vez de en medio de aquel intento desesperado y fallido por sentirse parte de la ciudad.


Natalia Castro Picón (Menorca, 1989) es una poeta poco constante en su estilo pero en constante formación que elige lo plural y lo efímero como una vía de reparación y escape. Nada mejor que leer su Carta de presentación.

Soy el gusano de la manzana que quiso saberse anaconda. Soy otro de los tantos hijos del desierto, sin raza ni leche ni nombre. Soy la sombra agotada del tren que me huye y arrastra. Soy la bombilla, mi fulgor fuerte temiendo su última hora. Soy los cinco sentidos del asco, sabor a muerte, olor a muerte, tacto de muerto, la imagen del abandono y la música que hace una puerta al cerrarse. Soy la figura del infeliz perfilada según la simbología de un artista borracho. Soy una uña larga rasgando un calcetín sucio, en el fondo del hombre, las bases del hombre, su raíz. Soy la flor que arrancaste para aquella chica, descompuesta, seca, ya marrón. Soy el dolor del parto que no recuerdas, tu primer alarido de odio. Soy la mueca del golpe en la frente, la mueca en la caída, la mueca espasmódica a la llegada inesperada de la piedra.

Sara Torres (Gijón, 1991) escribe una poesía que celebra el deseo lesbiano. Sus poemas intentan representar la existencia del misterio.

EL LENGUAJE ES UN ACTO CON CONSECUENCIAS. El éxito del hechizo no depende únicamente del sujeto que lo pronuncia. Existen unas condiciones de enunciación que se extienden en el tiempo y exceden el momento en el que el ritual está teniendo lugar.

FUE entonces que

llovió en la rosa

sola del olivo

claquetearon las cuentas

del ábaco

al caer y restarse

miró al otro lado

vacío de la mesa

sin soltar su taza

Dijo lagarto

encogiendo los hombros

y no ocurrió nada

la voz le venía

gota a gota

entretanto…

Emily Roberts (Ávila, 1991) es una poeta que está en el mundo escribiendo con un lenguaje sencillo y fluido. A través de su escritura se conoce a ella misma y al mundo que la rodea. Leamos Lugar de paso.

Siempre se tarda en caer.

El recorrido cambia entre el suelo

y el bordillo.

Todas las cosas que dijiste están ahí:

arañando el viento.

Todo el aire está aquí: entre esta mano

y este colchón.

Como un enfermo recitas

cada parte de la cama.

Gata Cattana (Córdoba, 1991) es una poeta, rapera y politóloga conocida también como Ana Sforza, aunque su nombre original es el de Ana Isabel García Llorente. Falleció en Madrid el año 2017 por una insuficiencia cardíaca. Fue una poeta rebelde que siempre buscó su independencia y que ahora es legendaria. Leamos un fragmento de Tu oficio.

Tu oficio, poeta,

no es almacenar palabras

eruditas,

rimbombantes,

ornamentales.

No es disponerlas en su

orden yámbico,

en perfecto soneto gongorino

ni siquiera clasificarlas

burdamente en función

de la terminación

y la rima.

Porque tú nunca

fuiste matemático, poeta.

Tú nunca fuiste geógrafo ni físico

y no entiendes de distancias

ni unidades de medida

y no entiendes de lógica pura

ni de leyes invictas.

Porque tú nunca

fuiste científico, poeta,

y por eso mismo

no entiendes de estadística

ni de cuántica avanzada

ni de biopolítica

y no es tu oficio

establecer las fórmulas del cosmos.

Tu oficio, poeta,

es dignificar la especie.

Escoger las palabras

que pondrías en tu lápida.

Decir, por ejemplo:

«No todos eran prescindibles».

Merecerte la vida

hasta tal punto,

que tu muerte parezca

una injusticia.

Y dejarte ir,

como si nada,

como todos

(poetas o no)

hacia la larga

y aburrida

eternidad.

Yasmín C. Moreno (Madrid, 1993) es una poeta que intenta escribir una poesía honesta, sincera, visceral y directa. En sus versos el silencio tiene un papel importante.

PRIMERO hay que llenarse para vaciarse por dentro. El silencio purifica la garganta, como el hambre hace con los huesos.

DOLOR de niño creciendo durante la fiebre

así

brotaban

las hojas

Antes de finalizar esta tercera entrega quiero volver a destacar el papel de Martín Rodríguez-Gaona, autor de los textos críticos que preceden a todos los poemas de las autoras, la selección final y el prólogo.