Veronica Elizabeth Marian Forrest Thomson (1947-1975) fue una poeta y teórica crítica inglesa. Una atmósfera de misterio envuelve a esta poeta, que creció en Glasgow (Escocia) pues quienes la conocieron guardaron siempre celosamente cualquier dato biográfico o personal acerca de ella. Estudió en la Universidad de Liverpool y en Girton College, Cambridge, y enseñó en las Universidades de Leicester y Birmingham.

Será maldecida la raza de los poetas, porque ha herido.

Veronica Forrest Thomson

Veronica murió mientras dormía el 26 de abril de 1975 a la edad de 27 años, como resultado de una sobredosis de drogas recetadas y alcohol. Estuvo casada con el escritor y académico Jonathan Culler desde 1971 hasta 1974, quien gestionaría su patrimonio literario. En 2013, el poeta y académico Gareth Farmer organizó el establecimiento del Archivo Veronica Forrest Thomson en la Biblioteca de Girton College.

La poeta inglesa Veronica Forrest Thomson
La poeta inglesa Veronica Forrest Thomson

Dos volúmenes publicados con posterioridad a su muerte, En la periferia (1976) y Artificio poético: una teoría de la poesía del siglo XX (1978) reúnen, respectivamente, su producción poética y sus trabajos teóricos.

Comparto en este breve artículo dos de sus poemas: originalidad en El Libro Marrón y despliegue, derroche y amplio repertorio de sentires y sentimientos en el extenso Cordelia o «un poema no debería significar sino ser»


EL LIBRO MARRÓN

Pero en un cuento de hadas la marmita también puede oír y ver
y ayudar al héroe en su tarea
de alentar algo hasta convertirlo en sus propios pensamientos,
Noms de Personnes, Noms de Pays

como Proust enseñó le tout Paris
su pequeña frase
intentando conseguirlo entre el dolor y su expresión.
La vida yace entre Combray y Illiers.

No es imposible que las reflexiones en torno a una magdalena
iluminen una mente,
pero un hombre que quiere detalles concretos
grita de dolor

con la superficie afásica de los objetos y sucesos
de un día,
sólo puede elegir la boca con la que dice:
debería haberme gustado escribir un buen libro.

Eso no ha ocurrido
pero ya pasó el tiempo en que podía mejorarlo.

CORDELIA O «UN POEMA NO DEBERÍA SIGNIFICAR SINO SER»

A aquellos que besan en el temor de no volver a besar nunca
A aquellos que aman con el temor de no volver a amar nunca
A ellos dedico esta rima y lo que tenga.
Que ninguno de nosotros, nunca, cogerá el transiberiano
Se resuelve, y me gusta, en refrán
Sobre todo porque puedo, ahora y luego, repetirlo
Que estribillo es el uso, sustancial, del refrán.
Yo pretendo, sin vuelo medio, dejar clara la verdad
De honor, verdad y amor trasnochado que resurge
Es un hecho que el amor cuando vuelve aburre.
Puede que yo no entienda de dioses pero sé
Que Eros es dios, poderoso y púrpura.
Y que llegando a un punto, el incesto se convierta en
Traición. No lo digo de forma literal;
No amo a mi hermano o él me ama.
Hemos estado evitándonos mutuamente
Durante años así seguiremos.
Hasta sé de palabras cruzadas.
Lo que necesitamos es Dante.
Dijo que amaba a Beatriz. Hiciera lo que hiciere
No amó a Beatriz. Al menos, no
A la Beatriz Portinari que menciona la historia.
La conocía. Y lo que ocurre con todos esos
Florentinos es que todos se ocupaban en
Matarse unos a otros o en morir de tuberculosis
Galopante. Beatriz murió; Rosetti la pintó
Omitiendo a Dante en la calle. Boticelli
Pintó el resto: Simonetta Vespucci
Murió de tuberculosis galopante (edad, 23)
Giuliano Cavalcanti murió en el exilio (edad, 35)
Dante dei Aligieri murió en el exilio (edad, 90)
Lorenzo dei Medici, que vive para siempre
Puesto que allí estuvo, encargando
Cuadros, poemas y estatuas,
Si también encargó muertes
Yo no se lo reprocho. No se sintió
Muy magnífico cuando su hermano
Fue asesinado en el santuario.
Hay que comprender que quien lo hiciere
Había de ser excomulgado si, eso es, si
No hubiere asesinado también al enviado pontificio,
Su mejor amigo.
He vivido lo suficiente para observar una cosa;
Que el término tiene un final.
Oscurecía en el andén de ninguna parte
Cuando llegué a ti ansiosa y triste.
Ajena a la lluvia. Ajena al sonido del frío
Viento que sopla antes y después y
Hasta en Provenza se conoce.
Y por lo que respecta a esta línea, la robo de T.S. Eliot
Y de Ezra Pound y de A.C.Swinburne. Todos excelentes
Poetas para robar porque los tres han muerto.
El amor que es siempre, ha de guardar
Seña de amor que fue, fuera de su dolor cual fuere.
Jugamos a encajar las piezas que embozan los desagües.
Escúchame. Oh Mister Poster, yo sé
Que me cociste demasiado oscura, que debes hervirme de nuevo.
Ni noción tienes de la delicia que sería
Que nos cogieran y arrojaran al mar con las langostas.
Amor mío, es la alondra y no el ruiseñor.
Que ninguno de nosotros, nunca, cogerá el transiberiano.
Ella quiso y buscaba gente que quisiera
Yo creía que quería y ahora sé que no quiero.
Amor mío es la alondra y no el ruiseñor.
Por cierto que nunca escuché a una ni a otro
Pero la gente dice que suenan lo mismo o casi.
De qué pasta hicieron a ese Romeo y a esa Julieta
Que perdieron su postrer momento
Escuchando a los pájaros. Ah
A mí me gusta sorprender a las alondras.
Sorprender los juegos. Así obran casi todos los poetas
J.H Prynne incluso, el memorable poeta
Que se alegra al decir que U.L.
Tiene su apellido intermedio equivocado.
Pretende que la H sustituye a Hola
Pero todo tiene un límite. Y yo me las sé todas.
Adivina adivinanza, en un mar
Verde de mocos gira y rueda cuando
Nos cogen, cuando nos echan a la mar
Junto a los Joyces.
Cuéntanos el cuento de la derrota de Troya.
A todos nos habría gustado estar allí.
Infernal Ulises. Él es, él era, hiel turbia
de envidia y revancha, destruye
A la diosa-madre de mujeres. y a Swinburne
le chifló el dolor pero a mí no
Porque a mí me pegan.
Me gustaría no seguir sonando como Ricardo Tercero.
Claro que, si no, tiendo a sonar
Como Ricardo Segundo. Y quién quiere ese.
Supongo que debo sonar como Ricardo Primero.
¿Y él, qué hizo?
Nada, me imagino.
Me divierte sorprender con el pie a los ruiseñores.
Prynne dice que si no regreso
A salvo a Sicilia para el treinta de abril
Enviarán un destacamento.
Marzo es la estación más cruel
Para enfrentarte a los camorristas.
¿Te asustaba realmente que pudieran violarte?
No. Pensé que habría serias dificultades.
Y no sólo porque estuviera yo en franca oposición,
Que así estaba cualquiera, hombre, mujer o niño,
Que viajara en ese tren.
Me asustaba que pudieran matarme.
Puedo parecer estúpida pero no lo soy
hasta el extremo de pensar que tu nombre
Es Elisabeth Brown. Bueno. De acuerdo,
Mi nombre es Verónica Forrest Thomson.
Agamenón era rey de los aqueos por aquel entonces,
Príamo de los troyanos, Teseo de los atenienses.
Y están muertos, como todos los buenos reyes.
En mis tiempos era costumbre tomar partido
por los troyanos, por la simple razón de su
Fracaso. Pero yo siempre apuesto por
Los ganadores, cada vez.
Mary Shelley podría irse al infierno
Porque pensó que iba a ninguna parte
Y se llevó consigo a Frankincienso.
Quiero a su marido, vivito y coleando.
También a él lo mataron, por supuesto.
Casi ni extraña que él tuviera la costumbre
De leer a Aiscylos mientras navegaba.
No leía a Aiscylos cuando se ahogó
Fue incinerado como un rey pagano.
No así Agamenón, quien -como dije- era rey por entonces
Y perdió, asesino de su hija
Asesinado por su mujer y por su otra hija.
Asesinado por su muerte asesina de su vida.
Apuñalado por la espalda en su baño.
Lo pienso cada vez que tomo un baño.
Aunque no siento simpatía alguna
Hacia esa hija y ese hijo.
Pienso que no es justo que Helena
Lo tuviera todo, belleza inmortal,
Amantes, ciudades destruidas y batallas
Libradas por su causa. Ni que volviera a casa
Y pudiera pasearse tranquilamente como mujer de Menelao
Mientras su hermana gemela, Clitemnestra
Era asesinada por su hijo y por su hija.
Y los atenienses los frecuentaban.
Nación de sofistas, ¿por qué no habían de hacerlo?
Perpetuos traidores de aliados, torturadores
De mujeres y niños y esclavizadores de gentes
Hasta a Sócrates mataron, su hombre bueno y sin par
Entonces fue cuando platón intentó convertirse en un filósofo rey.
Le esclavizaron a causa de sus dolencias.
Desearía que le hubieran mantenido esclavizado.
Escapó, claro está, y escribió libros
Sobre cómo lo haría mejor,
De ser él responsable. Todos los poetas hacen eso.
Son tan incompetentes como el resto
Si intentan poner orden en las cosas.
Como testigo de mis esfuerzos en ese sentido
O los de mi avatar, Agamenón,
Quien, como dije, volvió a casa y fue asesinado en su baño
Asesinando a su mujer y a su hija.
Y si no conocéis la historia, debéis conocerla.
Leedla en la Ilíada, leedla en la Odisea.
No la leáis en Freud, se equivoca siempre
Aunque ni Freud merecería un hijo como Lacán.
Pero de comienzo y de final, leedme a mí, amada,
Asesinada en la matanza general
Pero revive de nuevo con John Donne
(Leedle también) Yo, Helena, Isolda, Yo, Ginebra,
Yo, Clitemnestra y otras muchas que están al llegar.
Yo lo hice, yo misma, lo hice matando al rey mi hermano.
Es la sorpresa, mi amor, y no el ruiseñor
Que a mí me chifla sorprenderme
Pero no me gusta dar coces.
Ellos tienen la potestad de herir y hieren
Sin que los maldiga Shakespeare u otro cualquiera.
De todos modos será maldecida
La raza de los poetas, porque ha herido. De todos modos
Es productivo el lindo proceso
Especialmente si uno puede ser fontanero a la vez que poeta
Y desatasca al mismo tiempo poesía y sumidero
Artificio Poético «El dolor detuvo el partido» y
Otros muchos libros, incluso poemas
1974 y Todo lo demás (lo digo en serio)
Yo, Verónica, lo hice. Entrecortada, buscada verdad
Hurgada en el estiércol consigue la victoria.
Los guerreros se escondieron en un caballo, ¡claro!
Pretendían traer la paz
Y no quisieron dirigirme la palabra, emboscados en lo oscuro
Como un puñado de necios que escucharan la voz de la diosa
En una ciudad ajena, yo hablo tu lengua en mi ciudad
Cambridge o Camelot, y no me escucharéis
Prevenidos como estáis por Odioseo, pretendiente, traidor,
Y cuando hubieron matado a todos los hombres,
Violado a todas las mujeres… etc.
Agamenón volvió a casa y, como dije, fue apuñalado por su mujer
En su baño. De todos modos mi amor, es la alondra,
Y no el ruiseñor. Sigo los sagrados pasos de
Hipólita, bendita tú, lo mejor
Que ha sido dicho o bien expresado en lengua alguna
Leed a John Donne – el memorable acreedor
No leáis a Mathew Arnold; es un estúpido
Yo no soy el príncipe Tomás de Aquino F.H.Elliot
Tampoco soy servidor de lores
Yo soy el rey que vive.
La primavera nos sorprendió atravesando la plaza del mercado
Y al salir el sol seguimos hacia la biblioteca universitaria
Y tomamos yogur y hablamos durante una hora.
Tú, tú, coge las riendas.
Bebe cuanto puedas y ama cuanto puedas
Y trabaja cuanto puedas
Que nada de esto podrás hacer cuando estés muerto.

Presta atención al refrán de este poema
Y ponlo en práctica:
Mientras estés aquí, no desperdicies y no eches en falta
Los posibles júbilos.


Datos biográficos extraídos del libro “Antología de poetas suicidas (1770-1985)» de  árdora ediciones, libro de mi biblioteca personal y de Wikipedia.