En el hogar donde nació Idea Vilariño (Montevideo, 1920 – 2009) se respiraba arte. Sus padres, Leandro Vilariño y Josefina Romaní, tenían pasión por la literatura y el arte, y siempre fomentaron la faceta más artística de sus cinco hijos, inculcándoles el amor por la poesía y la cultura en general. De hecho, a sus cinco hijos les pusieron nombres que delatan esa inclinación poética, pues los hermanos de Idea se llamaron Numen, Alma, Azul y Poema.
Poeta, ensayista, traductora, Idea, aunque también se acercó a la música, componiendo algunas piezas y tocando el piano y, posteriormente el violín, siempre se vio atraída por las letras. Su primera obra poética, La suplicante, sale a la luz en el año 1945, cuando ella tiene veinticinco años, aunque sus primeros poemas aparecen cuando sólo cuenta diecisiete años, siendo ya poemas maduros y profundos, que muestran una intensidad y una madurez extraordinarios.
[…]
Sola,
sola y triste, lejos de todas las almas,
de todo lo tierno, de todo lo suave.
Silencio, tristeza, la muerte más cerca
en el marco triste y sin luz de la tarde.
Estos versos datan de 1937, y son una muestra clara de los elementos que marcarán su poesía a lo largo de su vida: la soledad, la tristeza, el desencanto, el desgarro, la muerte.
Fue profesora de literatura a la vez que tomaba parte en diversos proyectos literarios, como la fundación, junto con otros literatos y artistas, de las revistas Clinamen, durante su época de estudiante, y Número, junto a Manuel Arturo Claps (escritor Argentino que se afincó en Uruguay) y Emir Rodríguez Monegal (profesor, crítico, literario y ensayista). De hecho, Emir Rodríguez fue quien ideó el nombre de Generación del 45, también llamada Generación Crítica, de la que Idea también formaba parte, para englobar a una serie de escritores uruguayos, a raíz del abandono que, en cierto modo, la literatura sufría en ese país. Sin duda, esta Generación fue tremendamente creativa y crítica. Carlos Maggi, escritor, historiador y dramaturgo, perteneciente a este grupo explica que por entonces no había ni editoriales, y este grupo sirvió para dar un empuje y marcar un camino que, a día de hoy, todavía permanece muy presente en la cultura uruguaya.
La infancia de Idea fue una época feliz, pero la temprana muerte de su padre y su hermano mayor, hicieron que su vida se cubriera por un espeso velo de tristeza y desgarro emocional que nunca la abandonó. Estos dos hechos vitales se sumaron a los problemas de salud que sufrió durante toda su vida, pues padecía asma y eccemas que le afectaban la piel: «La piel se me necrosaba todos los días. Entonces me metían en una bañera llena de agua con no sé qué producto hasta que la piel se ablandaba. Esa piel caía y yo quedaba con una piel tan frágil que si me movía se rompía.” (Vilariño, en Gilio y Domínguez, 1993: 230).
Como consecuencia, su poesía siempre aparece teñida de ese aire depresivo y triste que jamás puedo eliminar. La vida carecía de sentido, la vida era simplemente un esperar la muerte, mientras los días iban sangrando el dolor y el sufrimiento incansable. Afortunadamente, Idea canalizó ese sufrimiento con la poesía, dejando tras de sí gran cantidad de poemas que, para ella, probablemente fueron su salvación.
Su obra también aparece marcada por la relación de amor-odio que tuvo con Juan Carlos Onetti, escritor y periodista al que conoció en una de las reuniones de la revista Número. Se veían de manera esporádica, se amaban intelectualmente, se juntaban, se separaban… en definitiva, un amor intenso, poético e inolvidable para ambos. Esta relación dejó una imborrable marca en los versos de Idea, en los que el dolor y el amor se entremezclan, y uno de los poemas más hermosos de la poeta, Ya no:
Ya no seá
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.
Idea falleció el 28 de Abril de 2009, dejando tras de sí más de diez poemarios, intercalados con numerosos ensayos y traducciones, de entre las que cabe destacar las traducciones que hizo de Shakespeare, e incluso algunas piezas musicales compuestas por ella misma.
A su funeral acudieron diez personas, y ella dejó escritas las instrucciones:
Nada de cruces
Nombre: Idea Vilariño
Llamar a Forestier Pose o a Martinelli y decir allí:
Murió Idea Vilariño
Socia Agadu 3540
Socia de Coop. Magisterial 3114
Cuidar nada de cruces (en los avisos, etc.)
No morí en la paz de ningún señor, etc.
Cremar
Os dejamos a continuación una pequeña selección de sus poemas. No dudéis en bucear por su maravillosa obra, no os dejará indiferentes.
El amor
Amor, amor
jamás te apresaré
ya no sabré cómo eras.
No habré vivido un día
una noche de amor
una mañana
no conocí jamás
no tuve a nadie
nunca nadie se dio
nada fue mío
ni me borró del mundo con su soplo.
Lo que hubo fue dolor
lo solo que hubo
que fue colmado atestiguó fue cierto
pero dónde quedó
qué consta ahora.
Hoy el único rastro es un pañuelo
que alguien guarda olvidado
un pañuelo con sangre semen lágrimas
que se ha vuelto amarillo.
Eso es todo. El amor
dónde estuvo
cómo era
por qué entre tantas noches no hubo nunca
una noche un amor
un amor
una noche de amor
una palabra
No
No debiera escribirlo
no debiera quedarme
sufriendo aquí
sintiendo
el horror del vacío
dejando que yo
que esto
se haga vértigo
náusea.
Tendría que volverme
tendría que reírme
y de una vez
dejarlo.
*
Tuve que ir
sin dudas
sin reproches
y entregada
sin nombre
ya sin mí
ya sin nada
poner de buena gana
la cabeza en el tajo.
Se está solo
Solo como un perro
como un ciego loco
como una veleta girando en su palo
solo solo solo
como un perro muerto
como un santo casto
como una violeta
como una oficina de noche
cerrada
incomunicada
no llegará nadie
ya no vendrá nadie
no pensará nadie en su especie de muerte
no llamará nadie
nadie escucharía sus gritos de auxilio
nadie nadie nadie
no le importa a nadie.
Como una oficina o un santo o un palo
incomunicado
solo como un perro en su caja doble
golpeando la tapa y aullando
y en casa
los deudos ingieren neurosom y tilo
y por fin se acuestan
y al otro la muerte le tapa la boca
se calla como un muerto como un perro como
una veleta girando en su palo
solo solo solo
Qué fue la vida
Qué fue la vida
qué
qué podrida manzana
qué sobra
qué deshecho.
Si era una rosa
si era
una nube dorada
y debió florecer
liviana
por el aire.
Si era una rosa
si era
una llama feliz
si era cualquier cosa
que no pese
que no duela
que se complazca en ser
cualquier cosa
cualquier
que sea fácil
fácil.
No pudo consistir en corredores
en madrugadas sórdidas
en asco
en tareas sin luz
en rutinas
en plazos.
No pudo ser
no puedo.
No eso
lo que fue
lo que es
el aire sucio de la calle
el invierno
las faltas varias las
miserias
el cansancio
en un mundo desierto.
El reloj
Nada dice el violín
nada la flauta
nada las lanzaderas
rumorosas del agua
ni el mar sonando entero
ni el viento por las ramas.
Tampoco esas porfiadas
patitas sin sosiego
que hace tanto
hace tanto
pisotean el tiempo.
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