El Pen Club Catalán me invitó a asistir al documental El escritor de un país sin librerías que retrata Guinea Ecuatorial, ex-colonia española, a través de la mirada y obra del autor Juan Tomás de Ávila Laurel. Cincuenta y un años después de su independencia, Guinea Ecuatorial vive bajo una de las dictaduras más férreas y longevas del mundo donde, pese a tener una de las rentas per capita más altas de África, Teodoro Obiang controla un país en el que más de la mitad de la población sigue sin acceso al agua potable.

Al finalizar el pase del documental, nos dirigimos al escritor y poeta para realizarle la entrevista que vais a leer a continuación.

¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?

Nací en Malabo, Guinea Ecuatorial y empecé a escribir poemas antes de acabar el bachiller. Pero si no hubiera existido el Centro Cultural Hispano Guineano, y en menor medida la Escuela Normal de Magisterio, quizá no hubiera llegado a ser escritor. Y es que en estos centros, sobretodo el primero, se organizaba concursos literarios y cuando supe de su existencia participé y gané. Mi primer libro, titulado simplemente Poemas, se editó con el material galardonado de sendos certámenes literarios. Fue en 1994. Aquel año estaba en la segunda ciudad importante del país estudiando para hacerme enfermero.

En los años siguientes, vuelta a Malabo, escribí artículos para una revista cultural llamada El Patio, y más tardé salió editada mi primera novela La Carga. Debo recordar que en aquellos concursos gané en todos los géneros en que se podía participar. Fueron ellos los que me hicieron tener obras literarias en todos ellos, y así seguí hasta hoy.

¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas y qué autores le influyeron?

Mis primeras lecturas fueron desastrosas, porque tenía muchos nervios, incluso temblaba. Fueron en Malabo. Cuando empecé a hablar en público mejoré, pero no precisamente en recitales, sino sentado dando una charla. Creo que leer de pie no viene bien a un principiante, sobretodo si no va sobrado de arrojo. Desde aquellos principios hasta ahora he recitado en Madrid, en Barcelona, en Ibiza, en México DF y en Milán. En otros sitios he dado ponencias “aprosadas”. Ah, no sé si algún autor me influyó. No me acuerdo mucho de los poemas que he leído, pero sí retengo partes de uno de JRJ, gran maestro.

¿Cómo definiría a su poesía?

Diría que mi historia tiene vocación didáctica, o marcada intención de crónica sentimental, o sentimiento con intención de ser una crónica o un recorrido por nuestras desgracias colectivas. De hecho, uno de mis libros de poesía tiene el título de Historia Íntima de la Humanidad.

¿Cree que el poeta “evoluciona” en su escritura? ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

No creo que haya cambiado mi lenguaje poético. Creo que al escribir mucha prosa hace que haga dejadez de la poesía, aunque en más de una novela haya mucha poesía. La dejadez es el mucho tiempo que exige la prosa para culminar un libro. Además, durante mucho tiempo escribía artículos sobre la situación de mi país, que no es nada poética.

¿Cómo siente que un poema está terminado y cómo lo corrige?

El mismo poema te dice que está concluido. Hacer un esfuerzo para mejorar cualquier cosa fuera de la inspiración deja en evidencia el intento de forzar la creatividad, y se nota.

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

Escribir poesía es responder a un estado. No tiene ningún fin.

¿Qué lugar ocupa, para un poeta como usted, las lecturas en vivo?

Depende. Leer en vivo, y poesía, es un acto íntimo y no puede ser considerado un acto rutinario. De hecho, es el único momento en que uno se expone a la vulnerabilidad de ser creador. Por eso, que alguien no pueda o no quiera recitar en público lo entendería.

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs etc?

Avanzaremos con los medios que tengamos. Y está claro que, por lo que dije antes, algunos pueden sentirse más cómodos que ante un público, aunque muchos deben tener el consuelo en creer que allá, agazapado, alguien que no lo ve lo leerá.

¿Podría recomendarnos un poema de otro/a autor/a que le haya gustado mucho?

En un recital que tuvo lugar en la ciudad escocesa de Edimburgo, una mujer leyó un poema en inglés que decía algo así como los dioses vienen. Sólo recordaría el poema o el nombre de la poeta si mirara los archivos, pero cuando me invitaban y me daban a elegir dije que quería escuchar a los autores africanos o a los de Asia y me dieron la entrada para escuchar a una mujer de la India. Debió ser que lo recuerdo porque lo recitó bien.

¿Qué libro está leyendo en la actualidad?

Estos días estoy corrigiendo dos manuscritos distintos, así que no podría leer. Empecé a leer una crónica sobre Londres de un amigo mío llamado Gómez Pickering.

¿Qué consejos le daría a un/a joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la poesía?

Que no tenga miedo. En la poesía, y en la escritura, no se puede cometer ningún error. Es imposible cometerlos. O bien, el error es tener miedo de decirlo todo.

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

No la conozco tanto. Si de cualquier cosa se puede llamar industria no puede ser tan bueno. Es una lástima que crear libros sea lo mismo que producir zapatos. Creo que no debería ser así.

¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?

Supongo que no preguntas por alguna razón.

El poema este es del libro Historia Íntima de la Humanidad. Se puede leer más en guineanos.org

xiv

Teodomiro de Rávena

casado y católico,

cayó tres veces

bajo el peso de la afrenta

porque su mujer le ponía cuernos.

Labró fincas

y edificó casas,

y al final pecó

y fue excluido del manso rebaño

por el obispo romano.

Con la fuerza de sus bienes,

fue sacado de los fuegos

y murió con olor de santo.

En los altares está entero:

casado, católico,

cornudo, hereje

y santo.

Muchas gracias Juan Tomás Ávila por haber accedido a la entrevista. A vosotros, lectores, esperamos que hayáis disfrutado. Gracias por haber llegado hasta aquí.