Raúl Zurita es un poeta roto, nació en Chile, sobreviviente de la Dictadura de Augusto Pinochet.
Ha recibido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Zurita se convirtió este martes en el tercer poeta chileno en ser distinguido con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más importante del género en español, concedido por Patrimonio Nacional y dotado con 42.100 euros.
El Premio Reina Sofía, además de la dotación económica, incluye la edición de un poemario antológico del galardonado además de unas jornadas académicas sobre el poeta premiado.
Veamos una muestra de su poesía.
Queridas cordilleras
Todas las cosas viven y se aman. Las grandes
montañas y las nieves que se levantan
azules y se miran
Como ustedes se miran te miran
Como ustedes se esperan te esperan
Te he esperado tanto, se van diciendo unas
a otras las preñadas montañas, arriba,
besándose
Toda la nieve te he esperado, responden al
unísono los desbordados horizontes
de los Andes abriéndose igual que todas las
cosas,
igual que tú
a quien ahora saludan estas cumbres
y a quien yo saludo
largando la nota más alta de las cordilleras
Queridos poderosos, queridos humildes
Cuando todo se acabe quedarán tal vez
estas algas
sobrevivirán a las marejadas, a los siglos
y a los sueños
Como perdurarán a los poderosos, a los
tercos de corazón
y a los hombres que nos humillan
estos poemas de amor a todas las cosas
Guárdame en ti.
Amor mío: guárdame entonces en ti
en los torrentes más secretos
que tus ríos levantan
y cuando ya de nosotros
sólo que de algo como una orilla
tenme también en ti
guárdame en ti como la interrogación
de las aguas que se marchan
Y luego: cuando las grandes aves se
derrumben y las nubes nos indiquen
que la vida se nos fue entre los dedos
guárdame todavía en ti
en la brizna de aire que aún ocupe tu voz
dura y remota
como los cauces glaciares en que la primavera desciende.
Aún abandonados florecerian
Abandonados no verían las llanuras sino sólo un vocear recorriendo los
valles alucinante creciendo como si un chillido les partiera hecho añicos
sobre sus pastos
i. Porque un crío era Chile chillando por el pasto
ii. Por eso todos se partían estremecidos sintiendo sus chillidos
iii. Por eso todos aguardaban quebrados por otros pastos que les
enverdecieran sus penas
Para que abandonados empiece a oírse desde los valles el vocear de
nuevos crios enverdeciéndoles sus penas y sólo pastos miraran allí los
abandonados hijos de Chile
iv. Porque allí podrían enverdecer las penas de Chile
v. Incluso los valles crecerían como los crios de una pena
vi. Porque todos los hijos de Chile volverían a tender el verdor
que olvidaron del valle
Para que chillando todos los hijos de Chile se tiendan como un verdor
que les renaciera desde sus penas y allí se les vea venir corriendo sobre
estos pastos todos partidos de gozo cantando aún abandonados florecerían.
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