Olivia Villoria Quijada es natural de Caracas, Venezuela. Psicóloga, Magister Scientiarum en Psicología, Magister Scientiarum en Literatura Venezolana, por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Profesora Asociada e Investigadora de la Escuela de Psicología, de la UCV. Es escritora de poemas, cuentos y literatura infantil. Sus textos literarios figuran en diversas antologías –impresas y en línea- del exterior y de Venezuela. Ha figurado como finalista y obtenido Mención de Honor en concursos literarios internacionales. Ha publicado tres poemarios: Sauce de Versos, Miradas íntimas, y Travesías, y dos libros de cuentos: Cuentos Lacónicos y Tusitala.
Niña
La niña que fue y que sigue siendo
baila de noche con los ángeles en el firmamento azul,
conversa con las hadas que anidan su dormitorio,
recibe besos de las gardenias en los mediodías soleados,
viaja en brillantes aviones de papel lustrillo y seda,
se mece en la hamaca de la luna menguante,
y va a la playa dorada en la carroza del sol.
La niña que fue y que sigue siendo
se muerde las uñas de los pies,
pega el chicle en los bordes del plato
para comerlo más tarde
y quiere ser bailarina o novelista de fama.
Raya las blancas paredes con lápices de colores.
Hurta los dulces de coco del horno de la abuelita.
En el piso dibuja una rayuela y salta hasta las estrellas.
La niña que fue y que sigue siendo
volvió a orinarse en la cama y le cambian los pañales.
La alimentan con sopitas que le dan en cucharilla.
Da pasitos vacilantes como quien aprende a andar
y no pronuncia palabra pues se le ha olvidado hablar,
vestirse como es debido y sus dientes cepillar.
Éxtasis
He aprendido a morir,
morir de amor.
Correr a campo traviesa
por los confines de tu cuerpo
hasta el desfallecimiento.
Zambullirme en las aguas dulces
del río crecido de tu boca
hasta que sucumban los besos.
Perder la conciencia
en el gozoso momento
en que el alma parece abandonar
el cuerpo,
para tocar las estrellas
una a una, cielo a cielo.
Cuando acaba la ceremonia,
el rito sagrado de nuestro encuentro,
sollozo en mi propio fin
… y muero.
Me he levantado del libro
Me he levantado del libro
donde me cubren las páginas
que arropan mi soledad.
Donde desnudo las letras
que versan las utopías
del poeta.
Comparto tristezas.
Sonrío alegrías.
Me rompo la piel.
Desgarro agonías.
Cuando el libro vuelve
a su estante oscuro,
apretado entre palabras
en la pluralidad de las letras,
vuelvo a ser la misma ermitaña
que siempre he sido.
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