Bien sabe quién escribe poesía que un libro debe guardar el punto y final cuando siente que han abandonado los actores el escenario, y un tupido telón se cierra para siempre tras una oleada de aplausos, llantos y sonrisas. Recorre entonces un rumor de conclusiones abiertas haciéndose notar por los silencios del poeta; todo lo anterior es, entonces, un libro cerrado. Y para eso escriben, para marcar de algún modo los ciclos señalados en un lírico y personal mapa astral. Al igual que la luna, epitafio de Heráclito y su cambio eterno, pasear por el cielo y ser, cada noche, una realidad distinta vista desde nuestros ojos.

«La luna siempre miente» (2016), de Sierra Castro (Séneca)

La poeta de Hornachuelos (Córdoba) nos brinda unos versos cargados de lucidez en su segunda antología ─previamente publicada en 2013, Paraísos perdidos─ con la que logra hablar de los grandes temas de la literatura dejando al lector con los pies en la tierra entre la magia de sus palabras y el orden perfecto que las articula.

Sierra Castro (Foto: Editorial Séneca)

La clarividencia del verso y la total armonía entre estructura, estética y relato, hacen de esta obra todo un ejemplo del desarrollo actual de la poesía urbana y de la experiencia.

Es cierto que para hablar del tiempo, del amor y el desamor, de habitaciones vacías y sillas abandonadas hay que tener la cadencia y elegancia suficiente como para poder hablar de ello, pero más valor debe acumular quien empuña la pluma para escribir, por ejemplo, sobre economía. Sierra Castro logra así hacer poesía de la frialdad de los mercados y sus fríos movimientos estratégicos en el poema Sin seguro a todo riesgo. Este fragmento es útil para entender la madurez en cuanto a la cadencia. Se percibe el ritmo solo con leerlo; la rima interna se hace sentir como si naciera casi sin querer en el cuaderno de la autora. Aparece entonces la distinción respecto del resto de poemas publicados hoy, gracias, precisamente, al baile perfecto de palabras que permite hacer de estos poemas un agradable recital.

Invierte en las acciones que te eleven.
Procura los activos poderosos
para que se dispare el interés
y solo sea la piel letra de cambio.
Gestionemos el fondo tuyo y mío.
Y en los fondos
que las manos liquiden el deseo,
que solo sea tu tacto el incentivo,
que se anude con vértigo a mi olfato.

El anhelo de que todo lo pasado fue siempre mejor que lo vivido entonces también está presente en el poemario. Sin maquillaje, repleto de mesura y realidad, la poeta evoca el recuerdo del modo más bello posible en Encuentro.

Encuentro

Yo no sé si es amor pero te tuve.
Yo no se si es amor y ya te has ido
y no anestesia eso mi deseo
de repetir contigo los vientos y el paisaje,
el imantado espacio entre las bocas,
la piscina cubierta de tus brazos,
una noche cualquiera de este mundo
─aunque solo sea un día en esta existencia─
que nos haga sentir que nos amamos.

Accesible, de vanguardia, con voz propia… Así es la obra de Sierra Castro, unas confidencias que bien podrían ser cuidadas epístolas de un pasado vago al futuro que le sigue lento e inmortal. Encontramos en sus poemas un icono oculto en el panorama nacional de la poesía que, sin embargo, representa y está a la altura de lo que se ha llamado poesía de la experiencia y urbana. Por último, todos los beneficios que genere esta obra serán donados a la Fundación Dharana para colaborar con el proyecto O Couso en el mantenimiento y creación de casas de acogida, escuela y comunidad.