Hace unos meses conocí a Martin Getz cuando participó en el micro abierto de nuestras sesiones de #PoémameBcn (antes #PoémameEnElRaval). Posteriormente le invitamos a ser el poeta de habla inglesa que participó en la sesión de abril de #PoémameBcn. Su interpretación no pasó desapercibida y le propusimos una entrevista. Aquí la tenéis.

¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?

Escribir poesía en inglés y tener prácticamente todo mi círculo social e íntimo de vida en castellano me ha significado cierto dilema, la verdad. Lo llamo mi “síndrome de isla”. Aquí en Barcelona, donde resido desde 1989, muy pocas veces he tenido aquellos oyentes dispuestos, esos amigos, esa gente (con bastante dominio de inglés) dispuesta/interesada en escuchar/leer mi poesía. Estoy convencido, sin embargo, que este síndrome tiene su lado positivo, eso sí, después de haber sufrido esta falta de audiencia y la correspondiente falta de feedback. Yo, al fin y al cabo, soy la audiencia principal de mi propia poesía; si en este bucle cerrado no encuentro satisfacción íntima real, si dependo de la confirmación desde fuera del valor de mis poemas, pues pienso que no voy por buen camino. No obstante, vaya, allí está la voz de la duda que dice, ¿Alguien me entiende? ¿Gusta lo que hago? ¿Comunico algo más allá de la mera contemplación de mi propio ombligo, mis pajas personales? Durante varios años, estas preguntas me han llevado a buscar cierta aprobación en lectores ajenos responsables de publicaciones, revistas, antologías sobre todo en mi país (EE.UU) y sí he tenido la gratificación de que varios me hayan publicado. También, hace unos 5-6 años, decidí “salir del armario poético” y busqué un grupo de escritores angloparlantes que se reunían una vez al mes en un local, Collage, en el barrio de Gràcia. Por fin, poco a poco, encontré oyentes dispuestos y además escritores geniales como Emelie Delcourt (fundadora de Collage), Edward Smallfield, Valerie Coulton, y Harriet Sandilands que me han brindado ya dos participaciones en su antología maravillosa internacional “Parenthesis” y, por supuesto, su amistad.

También gracias a mi síndrome de isla, desde hace años compro una antología anual, The Best American Poetry (Scribner Poetry) para mantener una especie de puente con lo que está pasando en mi país. Conforme voy leyendo, pongo uno o dos asteriscos al lado de los que conectan conmigo y pido un libro por Amazon. A veces pienso si viviera allí, tendría mi ojo más echado hacia la literatura que pasa afuera, pero con llevar ya 30 años en España, necesito mantener una conexión con mi lengua —específico y idiosincráticamente estadounidense— que, reconozco, forma una enorme parte de mi forma de abordar la poesía, de mi equipaje cultural, que no lo niego nunca.  

¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas y qué autores le influyeron?

Las primeras lecturas “serias/que me marcaron” de poesía fueron gracias a una profesora lesbiana en la universidad (Cal State University, Northridge). Aparte de unas novelas que nos hizo leer (me acuerdo de “Surfacing” de Margaret Atwood), también la poesía de Audre Lourde, Adrienne Rich (he vuelto a leer su “Diving Into the Wreck” varias veces) y Frank O’Hara. El libro “Lunch Poems” de O’Hara fue como una especie de plato enigmático que no estaba preparado para digerir —ojalá pudiera decir que lo entendí del todo o que flipé realmente o que me identifiqué totalmente con su estilo en aquel entonces, pero no. La profesora me plantó una semilla y, solo últimamente, me he puesto a revisitarlo y ¡ahora me entra mejor! Más de una persona me ha dicho que mi poesía tiene algo de la suya. Hace poco compré su obra completa y está actualmente en mi mesilla de noche… ¡unos deberes un poco tardíos! Luego, por nombrar uno, me enganché a la poesía del estadounidense Mark Doty, que amo. Tengo todos sus libros.

Reconozco que hubo una especie de antes y después de leer al poeta y novelista estadounidense Dennis Cooper. Cooper es una voz ferozmente franca y directa tratando temas de sexo y relaciones gay con cierta agresividad, ¡hasta un punto gore! Consigue un extraño lirismo, en mi opinión, siendo tan directo sin tapujos. Mi primer poema publicado en los EE.UU, “The New Models” empieza con la primera frase de una novela suya: “We’re parked in the hills overlooking the town.”

Todas las novelas de Michael Cunningham y Tom Spanbauer me han gustado mucho, por nombrar un par de novelistas más. ¡Casi todos lesbianas y gays y estadounidenses! Prometo que he leído muchos heterosexuales también, jeje. Pero oye, ya que tengo el micrófono, una cosa que los heterosexuales no se plantean nunca: ¿cuántos libros o cuántas pelis han visto de temática homosexual? Una sorprendente mayoría dice que nunca. Imagina entonces el mundo al revés, o sea, la cantidad de libros y pelis de temática heterosexual que los homosexuales hemos consumido, historias que no tienen nada directamente que ver con nuestra historia. Vale, vale, las cosas están cambiando pero el status quo de las artes mainstream sigue siendo abrumadoramente heterosexual. Bueno, dicho lo dicho, paradójicamente, diría que la mayoría de mi poesía no es “gay” en absoluto.   

¿Cómo definiría a su poesía?

Uff. Confesional, terapéutica, amiga. Para mí es muy importante que mi poesía sea muy amiga íntima, como un consuelo, como un abrazo. “Yuxtaposicional”, si se puede decir, también. Muchas veces soy consciente de que tengo un concepto en la cabeza, en espera digamos. Luego tengo otro, que no tiene nada que ver, que sencillamente aparece por circunstancias aleatorias, en espera digamos. Y entonces, un tercer concepto aparece y sirve como puente o catalizador de una especie de unísono de los tres. Y entonces me pongo a buscar la relación entre los tres como un desafío personal, en forma de poema. OK, a veces mi marido (el poeta y novelista José Ramón Ayllón Guerrero) dice que soy muy barroco. Murakami una vez dijo que tiene dos tipos de novelas: bosques y árboles. De mis poemas podría decir lo mismo. Los poemas “yuxtaposicionales” son mis bosques. Pero tengo también muchos árboles singulares.

¿Cree que el poeta “evoluciona” en su escritura? ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años? 

Tal y como decía sobre los poemas bosques y poemas árboles, creo que me planteo cada vez más escribir más de tipo árbol. Quiero decir, procuro enfocar mis meditaciones, desarrollar una idea hasta el fondo y no distraerme entre las ramas, tanta yuxtaposición. Aparte de esa evolución en mis poemas, ya no quiero escribir nada que quede en la pura abstracción, que a veces lo hacía. Tiene que haber un componente de historia emocional e íntima o incómoda, fuera de mi zona de confort. En general, siempre he contado historias; al final reconozco que vengo de la escuela anglosajona, que es muy narrativa, descriptiva; que sean historias que conmuevan, que toquen el tuétano, primero a mí (que al final soy mi principal audiencia, jeje) y luego, ojalá, a otros.

¿Cómo siente que un poema está terminado y cómo lo corrige?

Hay poemas que me salen muy rápidos, en una sentada; otros, en varios días. Rápidos o no, tengo una primera intuición de que ya están, que hacen una especie de click. Con eso y todo, por experiencia, los dejo un tiempo, los revisito después, ya pasado ese subidón (siempre hay) por sentir ese click que digo y, con un poco de distancia, procuro mirarlos con más frialdad para asegurarme de que no haya cosas superfluas. Y si me siguen conmoviendo, siento satisfacción de verlo allí, escrito fuera de mí, con cuerpo, en un documento, y lo coloco en su sitio, normalmente cronológico, en la serie/concepto que esté escribiendo.

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

Quiero poder mirar atrás cuando sea mayor (ok, más mayor) y reconocer los pequeños testimonios que he ido dejando por el camino. No soy padre. A lo mejor mis colecciones son una especie de hijos. Por más que pueda cambiar en mi vida hacia ese hipotético futuro, sabré que cada hijo que he dejado fue un proyecto sincero en su momento de creación.  

¿Qué lugar ocupa, para un poeta como usted, las lecturas en vivo?

Tengo mis conflictos con este tema. Me sabe mal pero, cuando me toca leer o recitar en un micro abierto, tanto en Collage como en lo que era Cronopios, me cuesta disfrutar de los demás mientras espero que me toque, ya que los nervios me quitan concentración. Supongo que los demás funcionan de forma parecida, así que hasta cierto punto me pregunto si alguien realmente escucha. Bueno, quizá no es para tanto, porque siempre queda el después de recitar, que es cuando ya te puedes relajar.

Aparte de eso, también reconozco que tengo mis conflictos con eventos trilingües. A ver, me siento muy cómodo hablando en castellano, pero no me considero la audiencia más adecuada para escuchar poesía en castellano, y en catalán aún menos. Hombre, me ha tocado escuchar tantísimos recitales en castellano que, básicamente, puedo distinguir entre poesía que me gusta y que no me gusta, pero realmente apreciar todo lo que me gustaría que otros apreciaran cuando recito yo, pues no. Lo que consigo muchas veces es aquello de “Oye, muy bien, pero lo siento, mi inglés…” Pienso que soy bastante segregacionista en este sentido, ¡qué cada esté uno con su grupito, por favor! Eso sí, qué envidia a los realmente políglotas.  

No obstante, viva la gente con el afán de organizar los encuentros de poetas, de músicos, de artistas del palo y del idioma que sea. Que no nos entendemos al 100%, pues nos entendemos en muchos otros sentidos. Se puede aprender y disfrutar mucho del cómo, no necesariamente del qué.

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs etc?

Gracias a los tiempos del Internet, he podido conectar con lectores y editores que, como comenté, me han brindado publicaciones. Gracias a Amazon, me he autopublicado mis libros. Tienen todo el software necesario y no requiere ninguna inversión; de hecho, se publica un ejemplar en el momento de pedirlo y, como todo el mundo sabe, llega donde sea en cuestión de días. Gracias a YouTube, tengo subido el video de la presentación de mi primer libro, “Suicide, 1964” que filmó Rubén Ramal y en el cual pude contar con la colaboración del cantante Alex Serra. Gracias a esta misma revista virtual, puedo copiar y pegar un https://www.youtube.com/watch?v=Rygh936ynqQ e invitarte a ver el video en cuestión. O sea, estoy encantado.

¿Podría recomendarnos un poema de otro autor que le haya gustado mucho? 

A Display of Mackeral” de Mark Doty.

¿Qué libro está leyendo en la actualidad?

Como comenté, actualmente en mi mesilla está The Collected Poems of Frank O’Hara. Pesa mucho así que allí es donde se queda. La novela que actualmente llevo encima es Another Country de James Baldwin.

¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la poesía?

Escribe desde la tripa y desde el corazón. Escribe desde tu vida. Escribe para ti, íntimamente para ti, tu primera y última audiencia más importante. Hace años, y durante mucho tiempo, pensaba que yo no tenía nada que decir, que las vidas ajenas eran más interesantes, más “poéticas”.  

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

De cara a la poesía, pienso que está haciendo un gran favor sobre todo de cara a la difusión y las oportunidades de publicaciones. Y como hay tantos sitios, tantas revistas y antologías, se ve que muchos están cuidando mucho el cómo lo hacen, dada la competencia que hay, lo cual crea un “win-win”, una publicación bien cuidada tanto para ellos como para los escritores (y fotógrafos, dibujantes, pintores…).   

¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?

¿Qué otros géneros artísticos han influido en tu vida y qué papel han tenido en el proceso de escribir poesía? 

Por último y fuera del cuestionario vamos a escuchar a Craig Martin Getz recitando un poema suyo para nuestro canal de Youtube. Gracias

Y a vosotros, lectores, esperamos que hayáis disfrutado y gracias por haber llegado hasta aquí.