Cuando entro en la poesía de Rraffa, tengo la sensación de atravesar un bosque de niebla con luces que aparecen y desaparecen. Estar roedada de una soledad fría y húmeda, pero a su vez, sentir el tacto suave de una mano cálida.

Rraffa nos lleva hacia su territorio de lluvias, océanos y sueños con poemas terriblemente intensos, creando ambientes que traspasan el papel, rodean nuestro espacio sin darnos cuenta degradando las luces, activando la noche, y abrazando con todo el sentimiento que un poema puede guardar.

Ya sea en verso libre, ya sea adoptando alguna forma de poesía clásica, incluso métrica japonesa, todos sus poemas cuentan con una cadencia en los versos que parece involuntaria, pero que los dota de una musicalidad y un ritmo que los hace realmente agradables al oído.

Vientos de olvido

Una puerta cerrada entre los dos,
retumba el golpe.
La escalera se hace eco de tus pasos
que resuenan con sabor a olvido
en mis pulmones. Duele la memoria,
tiemblan los cimientos de la casa.

Abro la ventana ¿dónde el aire?
¿Dónde están las luces de la plaza?
¿Dónde las voces de la gente?
¿Dónde el mar?
Sobre todo ¿dónde el mar?

Burocracia del poema, letra estéril,
palabras que vuelven al silencio,
cenizas esparcidas por el suelo
-se apagó el fuego-

Al cerrar la puerta del olvido
se lo llevó todo
el viento de tus pasos.

Muerte más allá del amor

“… polvo serán, mas polvo enamorado”
Quevedo

Sí, bien rara es la vida que vivimos,
no pagamos por sueños ni esperanzas,
tardamos en armarla y en amarla,
nada más aprender nos despedimos.

Ya sé que somos longitud y tiempo,
dependemos de fuerzas y de masas,
sabemos que las horas siempre pasan
y así evitamos todo contratiempo.

No nos sirven lisonjas ni medallas
pues seremos materia sin presencia
en cuanto llegue a buscarnos la parca;

al menos podremos decir bien alto:
que la vida vivir hemos vivido
si un día somos polvo enamorado.

Algo recurrente en su poesía son los elementos que suelen asociarse al romanticismo, el mar, la lluvia, los sueños, la oscuridad, la nostalgia… pero, a su vez, siempre suelen aparecer con algo contrario que les arroja la luz necesaria; podríamos decir que a pesar de la melancolía que a menudo los suele rodear, siempre hay un pequeño asomo de esperanza, algo que nos dice que todo pasa.

Así mimo, hay cierta comunión en algunos de sus poemas, entre el paisaje exterior y el estado interior. En este sentido, me parece precioso y muy significativo el poema Nubes, en el que, al leerlo, el lector puede acabar confundiendo el ambiente de fuera con el sentimiento de dentro; llega un momento que se produce tal fusión, que las nubes de fuera pasan a poblarnos por dentro:

Esos días en que una nube
anida en tu corazón
se hace allí un hueco
y acaba asomando por los ojos.
No sabes que viento la ha traído;
alguna melancolía del pasado
que se escondió entre los pliegues
de tu vida, espiral de recuerdos
mal cosidos. Como esa piedra
que espera en el zapato a qué comiences
el camino y no te explicas
como pudo entrar en él.
Quizás es nube agazapada
de una tormenta, que escondida,
asoma al horizonte y la presientes,
un aire frío recorre tu mirada.
Esos días en que todo queda lejos.
Esos días no te mueves,
en silencio te acurrucas
en tu mundo adoquinado
de tristeza,
a ver si escampa,
si la nube no derrama
mucha agua,
si deja de oprimirte el corazón,
si el vacío que sientes
se vacía

Antes de terminar, me gustaría destacar la capacidad de crear que guarda su poesía: una imagen, una atmósfera, que nos permite casi ver lo que cuenta el poema, a la vez que juega con los sonidos, dejando en sus versos sutiles aliteraciones, para hacernos casi tangibles las emociones que se describen. Pongo como ejemplo los dos primeros versos del poema Soledades: Por las calles vacías, sol, soledad; en los soportales: sombra, oscuridad. El sonido de la s aparece de manera reiterada, marcando cómo el tiempo se arrastra por el suelo en soledad.

Por calles vacías: sol, soledad;
en los soportales: sombra, oscuridad.
Aire irrespirable de mitad de agosto,
corazón sin agua, paisaje desierto.
Esquinas, aceras, algún paseante
llevando tristezas a ninguna parte.
Pasan autobuses vacíos de aire,
sin chofer, sin gente, destino al pasado.
Árboles cansados ya no dan su sombra,
nadie se cobija, no se ven sus hojas.
El sol en lo alto al caos no lo ordena,
cansar su mirada pides a la noche.
El futuro allá lejos no sabes qué espera:
está el mar oculto tras un baluarte.
Buscando otros ojos no encuentras a nadie,
contienes el caos con cadenas de sueños
y vives de noche por no ver el cielo.
Podrías volar, superar las cadenas…
pero Ícaro es frágil, sus alas de cera

Si bien su poesía tiene un sello muy personal, creo que marcado en parte por el vocabulario que usa, por la atmosfera que las palabras crean, cabe decir que en toda su poesía podemos encontrar diversidad temática; desde pequeñas lecciones encapsuladas en pequeños poemas:

Ambición

Una palabra, henchida de sí misma,
fue sumando letras orgullosa,
quiso decirlo todo,
llegó muy alto…
y al final calló,
sin ruido,
en el silencio.

poemas inspirados por la propia poesía, en este caso, por un verso de Rilke: «Son como el viento que roza la rama y dice: mi árbol.»

«Hechuras extrañas» (Rilke)

¿Quién dice mío?
Los que tropiezan con las manos extendidas,
avaros de sí mismos a pedestal subidos;
de hechuras extrañas y patrias pequeñas.
¿Acaso hay algo nuestro?
El viento no dice mía
a la rama que mueve.

Instantes descritos en los que, una vez más, encontramos cierta conexión entre el ánimo del autor y lo que este contempla:

Desde mi ventana

La lluvia esparce su sonido,
gotas que repican en el agua,
sonoro silencio repetido.
Sin sonido se mueven
las copas de los pinos;
entre sus ramas, el mar
y una gaviota bailan
al son de una canción
que dibuja en el aire
melodías transparentes.
El mar le cuenta historias
de otras costas, con ríos
y arenas en la orilla.
La gaviota sueña,
imagina nuevos vientos,
caminos, libertad, otros paisajes.
Un día partirá,
verá mares turquesas,
un aire cálido en sus alas
sustentará su vuelo;
otros cielos recogerán
sus huellas, sus sonidos.
No volverá…
Y yo me quedaré
mirando el mar,
escuchando el repicar
silencioso de la lluvia.

En sus versos, siempre encontraréis complicidad emocional; sin daros cuenta, posando la lectura tras los versos, estaréis asimilando sutiles consejos para lidiar con algunos sentimientos, e incluso con la vida misma, o sintiendo una mano empática y amiga que, de alguna manera, reconforta el alma y hace que nos sintamos un poquito menos solos.

De todas formas, la mejor manera de sentir la poesía de Rraffa es adentrándonos en ella. A tal objeto, dejamos aquí una pequeña selección de cinco poemas no sin antes, como siempre, recomendaros que deis un paseo por su perfil en la web de Poémame Poesía, Rraffa; pues allí encontraréis herida y cura, soledad y abrazo, caricia, sol y lluvia. Que lo disfrutéis.

Nostalgia

Un lagarto,
desde lo alto de una piedra
te mira con tristeza,
reflejo de tus ojos en los suyos;
la piedra, quemada por el sol,
certifica la nostalgia.

Melancolía

La larga y sutil mano de la niebla
surge del mar y aprieta mi garganta.
Olas grises se agitan por la sangre
y una nube anida en mis pestañas.
Ya el horizonte es lo que fue,
un punto en una esfera que se aleja.

Dureza de las rocas en la orilla
que hablan de naufragios muy antiguos,
restos de otras vidas,
de un tiempo adormecido.

Del fondo de las aguas
retornan recuerdos del pasado,
sueños rotos cubiertos por las algas,
almas atadas a tablones.
Melancolía derramada por la playa
… todo llora con el mar.

Poesía en Otoño

Me gusta el comienzo del otoño,
no es tiempo para poetas malditos
de calles apagadas y bares de absenta.
Atrás quedaron ardientes arenas del verano,
horizontes con sol que no se esconde.
Lejos se ven inviernos infinitos
con un frío de nieblas y de mármol.

El espejo te pregunta ¿tú quién eres?
olvidando las huellas de tu vida.
Ya no eres ayer, aún no eres nada;
ya no tienes frente a ti toda una vida,
se acabó la incertidumbre del futuro,
que ahora sabes ( ¿aceptas? ) lo que espera.

Los relojes caminan con paso tranquilo
por poemas que te hablan de sueños,
por sueños que conviertes en poemas.

Haiku

El sol, tan grande,
se pliega en una línea,
llega la noche.

Tanka

Quisiste volar,
¡tristes tus alas rotas!
queda el llanto.
Recoges las lágrimas,
haces nubes con ellas.