Tierra de esparto y fuego es una antología poética que recoge poemas de entre los años 1998 y 2019, y está estructurado en cinco partes: las dos primeras recogen poemas de los dos libros escritos conjuntamente por Águeda Molina y Francisco Javier Alonso, En la vera de un desierto y Vera del mar. La tercera parte recoge poemas de Tierra de Esparto, poemario ya escrito por Águeda en solitario. La cuarta parte nos acerca Tierra de fuego, escrito también en solitario por Águeda, y, finalmente, nos encontramos con una curiosa quinta parte llamada Clásica, donde se recogen poemas que se corresponden con las estructuras clásicas tales como sonetos, coplas, versos leoninos, zéjel…

EN LA VERA DE UN DESIERTO

En esta primera parte nos encontramos una selección de poemas pertenecientes al primer poemario escrito a dos manos entre Águeda Molina y Francisco Javier Alonso, en el año 1998. Poemas en su mayoría en verso libre, aunque se intercala alguna estructura clásica como podría ser la copla castellana.

Se trata de dieciséis poemas, con un estilo y ligero, agradable de leer, y que parten de la parte más emocional e íntima de los autores.

Tierra que naces a la vida

yerta triste y solitaria

tierra de fuego y pasión, ¡de sangre y dolor

-A mi tierra

El amor a la tierra de los autores, Vera, en la provincia andaluza de Almería y, por extensión, a Andalucía, se hace patente en algunos de los poemas de esta selección. Versos luminosos y de dolor, casi como cantos populares, hablan de una tierra herida pero, a su vez, rica y preciosa. Para acercarnos más, aparecen personajes propios de la zona, pescadores… dando el toque costumbrista a estos poemas.

El amor, como no, tiene cabida también en esta sección, destacando en este sentido el poema Gitano (Francisco), donde la autora estalla dando rienda suelta al profundo amor que siente:

Tu cara morena, tus ojos profundos.

De noche y de día,

tu porte arrogante enciende mi sangre.

Por ti mi vida daría

por ti mi alma vendería.

-Gitano (Francisco)

Podríamos decir que en esta parte encontramos sentimientos profundos y puros hacia la tierra, cierta añoranza, el dolor de la ausencia y el esplendor del amor.

VERA DEL MAR

Esta segunda parte parte la encontramos, en cierto modo, ligada a la anterior: nos presentan lugares de su tierra, el Cerro del Espíritu Santo, la playa de Vera, el Mercado del pueblo, Garrucha… nos aparece la vida rutinaria, las costumbres, todo ello con un todo de cercanía y nostalgia que muestran el amor de los autores por su tierra natal.

Vera del Mar,

arena fina, turquesa

y pulidas piedras incrustadas de plata,

¡las moja y remoja!,

el paulatino

y sosegado movimiento de las olas.

Un pescador

cruza el hermoso e inmenso playazo,

¡en busca de su mar!

y de su barca, varada en la laguna.

– A la playa de Vera

La nostalgia más intensa nos aparece en el poema La casa de mi niñez, donde los versos destilan aromas que la memoria guarda en su parte más amable.

De hecho, en esta segunda parte de la antología, los recuerdos cobran importancia, la nostalgia por personas, por la tierra, el sentimiento desborda casi los poemas. Aun así, no deja de tener un tinte triste y doloroso, que se deja sentir especialmente en el poema Que el cielo me mire, donde se puede casi palar la cercanía de la muerte, y se enlazaría con el poema Un día:

¡Cuando la oscuridad eterna llegue a mis ojos!

quiero estar tumbado, en una lastra del desierto

mirando al cielo, ¡y que no me entierren!

-Que el cielo me mire

Llegará un momento

en que todo será nada

y dormiré y, en mis sueños

seré polvo y seré mar.

¡Llegará un momento!, no querré despertar

y abrazada a mi tierra solo querré soñar.

-Un día

En estos dos poemas la intensidad crece y se clava con tristeza y dolor, rompiendo un poco la serie de poemas más sosegados donde nos describen lugares y vidas cercanos de toda la zona de Vera del Mar.

TIERRA DE ESPARTO

Nos adentramos en la tercera parte del poemario, esta vez escrito en solitario por Águeda Molina. De entrada, las emociones que despierta esta tercera parte son algo distintas de las anteriores; siguen apareciendo pinceladas de su tierra, pero a nivel general, nos encontramos poemas más profundos, más íntimos, más del interior de la autora que del entorno.

En tus ojos yo vi, la pureza sin mácula

de tus labios oí, la franqueza sin fin;

en tu mente intuí, la niñez sin renuncia.

Contigo, mi amor, los momentos más tiernos apuré.

Sin ti, mi amor, los días más aciagos, penado he de vivir.

-Contigo, mi amor

Sigue habiendo homenajes a su tierra y a su gente, pero los versos esta vez llevan un velo algo más oscuro, algo más triste. Deseos de renacer, de reencontrar, de algo mejor.

si en el espacio, remontando,

a las almas destrozadas

con mi risa yo sanara…

si en una estrella,

convertirme yo pudira;

desintegrarme en ella

y volver a renacer.

¡Si yo pudiera!

-Renacer

En esta tercera parte del libro, encontramos cierto cambio en el vocabulario. Palabras que hablan de frío, erosiones, grietas, venganza, desierto, oscuridad e incluso ira… son las emociones quizás más frágiles de la autora, su tristeza, su añoranza, su dolor.

No más dulces ademanes

ni palabras delicadas,

no más meras ilusiones

es la flecha atravesada,

en el desgarro incesante.

¿Qué vida?… si ya solo queda la nada.

-Gemido del alma

Águeda Molina

TIERRA DE FUEGO

Llegamos la cuarta parte de esta antología, Tierra de fuego, que recoge poemas de Águeda de entre los años 2012 y 2019. Después del dolor y el grito de la tercera parte, empezamos a ver un asomo de luz. Los recuerdos, antes dolorosos, se tornan poco a poco en una memoria amable. Sigue presente la añoranza y la pena por la ausencia, pero el tono es más calmado, la ternura gana terreno a la rabia.

Ya no tengo a mi poeta

desgarbado, desarraigado,

desvergonzado, desganado.

Ya no está mi poeta

elocuente, enrevesado,

educado, enamorado.

Simplemente, ya no tengo poeta,

pero yo… ¡sigo siendo su poetisa!

-Mi poeta

La autora, a pesar de la ausencia, lanza poemas de amor a nuevos personajes que aparecen, Clara, la niña de sus ojos, a sus gemelos, e incluso a Turca, su perrita. Se entrevé más madurez en los poemas, cierto acercamiento a las formas clásicas y una rima más cuidada. Y este paso nos acerca la última parte de la antología.

CLÁSICA

De entrada, cabe destacar las estructuras de los poemas; en esta parte encontramos sonetos, Zéjel, coplas, ovillejos e incluso poemas con rima Jotabé. Sin duda, Águeda trabaja con considerable dominio las formas clásicas.

Los versos de esta quinta parte siguen la esencia de las anteriores, añoranza, sentimiento y emociones para con las personas y con la tierra natal de la autora se entremezclan en todos los poemas, con una intensidad quizás más remarcada, podríamos decir que hay poemas muy viscerales

Las voces del tiempo provocan cortejos

de luces, que al alba, producen reflejos

y en cálidas noches me ofrecen consejos.

Despacio, con calma, levanto mi vuelo

ya siento tus ansias, tu miedo, tu anhelo.

Te noto, te siento, te escucho, te huelo.

-Te noto (Zéjel)

En definitiva, esta antología contiene una amplia gama temática que llevará al lector a viajar por tierras andaluzas y conocer a su gente, en el corazón de la autora, sentirá el dolor de la ausencia, la añoranza y también su esplendor. Es un poemario cercano, sencillo, con toques costumbristas. Todo ello pasado por el filtro de las vivencias y las emociones de la autora.