Raúl de Armas nos sorprende con su primer libro de cuentos. 10 maravillosas historias ambientadas en diferentes zonas de Venezuela.
La selva virgen, mezclando la investigación científica, con costumbres indígenas que van más allá de lo imaginable, evocando el realismo mágico. Nos presenta relatos que parecen comunes y se mezclan con situaciones inexplicables.
“En frente y a los lados se erguía un teatro de piedras bañadas por cascadas blancas. Era una escena magnífica… El joven admiró la vida cuando vio al pueblo. Sintió como nunca su existencia irrepetible y común… Las quinientas voces aumentaron con este nuevo sacrificio…” (El río de las quinientas voces)
Así como actos del ser humano que te dejan reflexionando hasta donde somos capaces de llegar. Lo cerca que estamos de la agresión y de la muerte.
Como las circunstancias pueden cambiar nuestro plan de vida y qué somos capaces de hacer para recuperar el camino perdido. Tantas interrogantes. ¿Estamos preparados para hacer lo que sea? Porque seamos capaces de planearlo ¿seremos capaces de llevarlo a cabo? Y si lo hacemos ¿cómo nos sentiremos luego?
“…«Todos tienen secretos». Este sería el de ella… Tuvo que lavarse las manos… No quería dejar rastros… Jamás pensó que sería tan sencillo… El pulso le temblaba… Tenía que limpiar todo…” (Un mundo sin sol)
Una de las historias, iniciando con la mención de un fenómeno meteorológico emblemático del país, más específicamente de Maracaibo, el “Relámpago del Catatumbo”, nos lleva lentamente, paso a paso, por el oscuro comportamiento, tristemente común, de la mayoría de la milicia y el gobierno del país, más aún en zonas apartadas:
“–El ingenuo Ramírez creyó que Darwin no era amigo del Gobernador. El dinero persigue al dinero, Omaña, y la afinidad se reconoce entre sí… La jugada le salió mal… En este país mandan pocos y los de abajo tenemos que cumplir, bregar o morir. ” (El relámpago mudo)
La ingenuidad, mezclada, una vez más con la magia, tan presente en nuestro pueblo. Y que nos llega de la mezcla de tantas etnias. Un cuento específico, me hizo recordar una canción española que amo: “quedó un taxista que pasaba mudo al ver como empezaba la Cibeles a llorar”. Y es que ¿cómo sabemos nosotros lo que hacen las estatuas cuando no estamos mirando?
“…estábamos en la Plaza Bolívar del Hatillo… Hacía un sol lindo y los niños jugaban…decidimos comer con las manos en un banquito de la plaza… veía el torso negro de Bolívar…y justo en el momento en que una brisa barrió la plaza, lo vi acomodarse mejor…” (Les juro)
La ciudad, con su desastroso tráfico, su impactante mezcla de pobreza extrema, de niñez sufriendo de hambruna y maltrato, conviviendo calle de por medio con personas adineradas, pero sin motivación para seguir adelante, que muestran una amplia gama de reacciones, desde la indiferencia, hasta el desprecio, desde la frustración hasta la caridad de corazón. Y como pueden mezclarse esas vidas, por azar, por destino o por misericordia divina.
“…Era una viejita solitaria y acomodada, pues su esposo, un honorable abogado mercantil, le dejó un patrimonio suficiente para vivir sin apuros… cerca de la quinta una niña de trece años organiza una bandeja de chupetas caseras para vender… lleva unos pantalones rotos…Iba tarde… le tocó aguardar las mientras observaba a las grandes camionetas… recibió un codazo… la derribó al asfalto… Un comedor se alargaba a través del salón oscuro de los Wolhmar…Caía un aguacero… el timbre sonó… Casi no lo creía. Una niñita…” (Ailana)
Cada uno de los 10 cuentos tiene su propia alma, su propio eje medular.
En fin, cada cuento es diferente, y sin embargo hay un hilo conductor que nos lleva por un intenso y trágico paseo por una Venezuela misteriosa, mágica, que sufre, que sobrevive, que tiene mucho que decir.
Este libro me ha dejado con un sabor que recuerda a Rómulo Gallegos, a Quiroga, a Silvina Ocampo, incluso a Pablo Palacio.
Pero no se confundan Raúl de Armas tiene su propia voz, su estilo particular, reconocible y auténtico. Una voz ávida por contarnos sus historias que nos hace llegar de la mano de Luis Felipe Capriles Editor.
Estoy segura que pronto escucharemos más sobre él.
Es muy bueno. Yo lo tengo. Mi favorito es el último cuento. De verdad refleja la sociedad venezolana.
Muy buena la reseña, Alda.