Abel Santos, nacido en Barcelona el 12 de agosto de 1976. Es un poeta autodidacta, su poesía es de un estilo claro y afilado, de una lírica casi en ruinas, que trata de temas urbanos y cotidianos casi siempre inclinados hacia un crecimiento personal.

Él mismo ha bautizado su poética de Realismo Bastardo, que bebe tanto del mundo real como del mundo poético o más introspectivo, sin una clara escuela o movimiento de arte como padre definido.

En 1998 publica su primer libro de poesía Esencia, de corte más clásico y lírico.

En 2010 sale su libro El lado  opuesto al viento, en el que advierte de los peligros de traspasar ciertos límites. Su tercer libro de poesía, 2013, Todo descansa en la superficie, es un libro cuya actitud es la sobriedad y el elemento es el agua. Un nuevo poemario en el que vuelve a romper moldes dentro de su forma de escribir poesía. Jass (2016), y su Antología poética 1998-2014 Demasiado joven para el blues.

En sus versos se puede ver la influencia de poetas como Raymond Carver, Charles Bukowski, Billy Collins, Michel Houellebecq, Roger Wolfe o Karmelo C. Iribarren, o de pensadores tan dispares entre sí como Erasmo de Rotterdam o Lao Tsé.

Antes de empezar la entrevista vamos a escuchar a Abel recitar Scat, un poema de Jass

¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?

Crecí sin padres al cuidado de mis abuelos maternos. Mi primer contacto con la poesía era una señora mayor que le encargaba vestidos a mi abuela que era costurera. Aquella mujer apenas sabía leer, pero hacía poesías y las recitaba con un sentimiento y una voz estremecedoras. Quedé fascinado. Fue ya de adolescente que empecé a escribir poemas y sobre todo a escuchar música. A los 22 años publiqué mi primer libro, Esencia, que eran poemas de tono romántico y espiritual. Luego, tuve la desgracia, por una serie de circunstancias personales, principalmente por la muerte de mi abuela, que caí en una espiral de drogas y alcohol con ingreso en un centro psiquiátrico. Nunca dejé de escribir, pero la poesía que entonces reflejaba en el papel hablaba del mundo y el vacío por el que estaba pasando entonces. Tardé 12 años en publicar mi segundo libro y con cierto miedo, pues no sabía cómo reaccionaría la gente a esos poemas tan crudos. Se me abrieron una serie de oportunidades en el mundo literario al par que dejé por completo el consumo de alcohol y otras sustancias. Desde entonces llevo 8 años completamente sobrio, dedicado por entero a la poesía.

¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas y qué autores le influyeron?

En casa de mi madre y mi padrastro, a la que me fui a vivir con 15 años, no había libros, y fue la mujer de mi hermano mayor que vive en Zaragoza, quien escribía poemas y me prestaba libros. Las rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer fue el primer libro que me cautivó, y Juan Salvador Gaviota. El primer libro de poemas que me compré fue Los señores y las nuevas criaturas, de Jim Morrison. A los veinte años empecé a comprar y leer muchos libros de poesía: Nicanor Parra, Pablo Neruda, Luis García Montero, Benjamín Prado, Lorenzo Oliván… Fue a los 30 cuando cambié el registro de lectura por autores del llamado Realismo Sucio: Bukowski, Roger Wolfe, Raúl Núñez, Raymond Carver.

¿Cómo definiría a su poesía?

Ecléctica. Autobiográfica. Bastarda, como yo la llamo. Tras publicar mi segundo libro El lado opuesto al viento, yo mismo bauticé mi poética de Realismo Bastardo, que bebe de muchas fuentes y estilos literarios: la música, el cine, y de los movimientos poéticos de la Poesía de la Experiencia, la Poesía Confesional, y el Neorrealismo.

¿Cree que el poeta “evoluciona” en su escritura?¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

Lo creo. Y si no lo hiciera estaría perdido. Y hay que saber diferenciar entre cantidad y calidad. Yo pido a la hora de escribir cantidad, que luego de lo que vale o no vale ya me encargo yo mismo de destriparlo. Procuro siempre que mi lenguaje poético sea claro, directo, sobrio, como yo mismo, y al mismo tiempo, sincero, veraz, real, como si estuviera confiando al lector mis dudas, mis miedos, mis sentimientos, mis alegrías, mi historia.

¿Cómo siente que un poema está terminado y cómo lo corrige?

Por mi parte, voy acumulando en la memoria creativa frases que he leído y me han llamado la atención en algo que precisamente estoy sintiendo en esos días, estoy atento a las casualidades, conversaciones, situaciones reales con otras personas, una canción que escucho, y voy tomando nota mental de todo ello. Luego de repente, pasa o siento o pienso algo que es el disparador creativo para ponerme a escribirlo, y todo se empasta, todo lo que había en mi memoria creativa se funde y aparece el poema. Lo corrijo siempre teniendo en cuenta la musicalidad. Lo leo en voz alta varias veces para ver si camina bien. Y lo doy por terminado.

Wladyslaw Szpilman

Oculto
en la parte aria de la ciudad
el pianista ejecuta
una canción
Sin tocar las teclas. Sabe
que todo está a oscuras,
y la música de Chopin,
su pureza,
puede delatarle:

Negras.
Blancas. Blancas.
Blancas.

El pianista sólo ve
-letales- las linternas.

– Del poemario «Las lágrimas de Chet Baker caen a piscinas doradas»

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

Emocionar. Ayudar a alguien que esté perdido. Que mi poesía sea capaz de sanar a alguien. Aunque sólo sea a una persona, como la poesía me salvó y me salva a mí cada día del abismo.

¿Qué lugar ocupa, para un poeta como usted, las lecturas en vivo?

Son primordiales. Las lecturas en vivo, tanto las propias como las de otros autores, nos muestran lo que tiene de humano la poesía, que va más allá del libro, tan solemne a veces, tan de pose. Es en las lecturas en vivo donde se ve de qué pasta está hecho realmente el autor o autora, su humanidad.

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs, etc.?

Son una gran herramienta de comunicación si tenemos en cuenta que los poetas somos como alguien que está solo y lejos, perdido en una estación espacial, mandando mensajes al vacío por si recibe una respuesta. A veces nos responde quien no debe, ja ja ja, pero es una gran herramienta. Volviéndo a la tierra, he hecho grandes amigos y contactos y he recibido propuestas interesantes de otros países para difundir mi poesía.

¿Podría recomendarnos un poema de otro autor/a que le haya gustado mucho?

Ya no es tarde, de Benjamín Prado. Me cambió hace un par de años, de nuevo, otra vez, la vida.

Nunca es tarde para empezar de cero,

para quemar los barcos,

para que alguien te diga:

-Yo sólo puedo estar contigo o contra mí.

Nunca es tarde para cortar la cuerda,
para volver a echar las campanas al vuelo,
para beber de esa agua que no ibas a beber.

Nunca es tarde para romper con todo, para dejar de ser un hombre que no pueda permitirse un pasado. Y además
es tan fácil:
llega María, acaba el invierno, sale el sol,
la nieve llora lagrimas de gigante vencido
y de pronto la puerta no es un error del muro
y la calma no es cal viva en el alma
y mis llaves no cierran y abren una prisión.

Es así, tan sencillo de explicar: -Ya no es tarde,
y si antes escribía para poder vivir,
ahora
quiero vivir
para contarlo.

¿Qué libro está leyendo en la actualidad?

De qué hablo cuando hablo de escribir, de Haruki Murakami.

¿Qué consejos le daría a un/a joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la poesía?

Paciencia. Ha iniciado un camino, el difícil camino de la poesía. Que escriba y lea mucho y elija bien sus compañías. Porque cuidado, la poesía es un fuego salvaje. Y que no le atrape el lado maldito de la poesía. Porque no es bueno tragarse más de tres poemas malditos, hasta la maldita poesía lo sabe.

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

Hay buenas y diferentes propuestas para diversos perfiles de poetas.

¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?

“Abel Santos, ¿cree usted en Dios?”… Y le hubiera respondido: “Sí, creo en Dios. Dios existe, porque a todo lo que existe se intenta engañarlo”…

Abel Santos publicó en 2016 su quinto poemario Las lágrimas de Chet Baker caen a piscinas doradas (Chamán Ediciones), con prólogo de Diego Vasallo: un libro de poemas breves y espontáneos como una lágrima, escritos en servilletas de bar. Ya va por la segunda edición.

Lady Shazam, poema que leeremos a continuación pertenece al sexto poemario que está pendiente de publicar, Huelga Decir, con prólogo de Javier Cano. Un poemario que trata de una crisis, de poemas de verso libre de carácter crítico escritos entre 2012 y 2018 y que se centra en dos temáticas: poemas de protesta social y poemas de amor.

Lady Shazam

Que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
Julio Cortázar

Cuando de nuevo pierdas la cabeza

por saber el nombre

de otra canción que te vuelve loco,

recuerda a aquella mujer
que durante largo tiempo amaste
y que nadie sabía decirte entonces
cómo se llamaba,

la misma
que por fin fue tuya,
que su gemido
era tu música en la rutina,
hasta que vino a reclamarla
otro amante, otro
escenario, otra vida.

Pongamos que su nombre
es Lady Shazam,

la que, a veces, de repente
te devuelve la radio
con un golpe de añoranza,
mientras sigues lavando
los platos rotos
de aquellos días.

Hoy finalizaremos la entrevista con una macro sorpresa para todos vosotros y vosotras que ocurrió durante una lectura de poemas del mes de marzo de 2017 que vale la pena rememorar.

En el último momento, Abel Santos ha querido despedirse directamente de los lectores de la revista de Poémame con un poema. Aquí tenéis su saludo/despedida de la entrevista.

Y a vosotros, lectores, esperamos que hayáis disfrutado la entrevista y gracias por haber llegado hasta aquí.