Ismael Pelegrí, poeta menorquín, nacido en Maó en 1975. Profesor de instituto. La casualidad hizo que presentara un libro de poesía en Barcelona y el hecho de ser menorquín me atrajo, fui a la librería y allí le conocí, presentaba el poemario De l’animal que s’imposa.

El poeta Ismael Pelegrí

Aquí podéis leer la reseña de «De l’animal que s’imposa» que publicamos el mes de marzo de 2018.

«De l’animal que s’imposa», Ismael Pelegrí i Pons

¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?

Desde siempre vida y literatura han estado unidas. Desde pequeño he estado rodeado de libros. Me considero, por encima de todo, un lector voraz. Esto puede explicar que, a nivel académico, acabara cursando la licenciatura en filología catalana y que me dedique, profesionalmente, a la docencia en un instituto de secundaria, donde entre otros contenidos, intento transmitir a mis alumnos la pasión por los libros. Además de leer, y como consecuencia de esta actividad, supongo que he terminado escribiendo. Y, ahora mismo, lectura y escritura estan casi al mismo nivel, aunque sigue ganando la primera.

¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas y qué autores le influyeron?

Comencé, me imagino que como mucha gente, leyendo cómics (Tintín y Astérix eran de la familia) y clásicos de la literatura infantil y juvenil (MomoEl mago de OzLa historia interminable). Los autores que empezaron a influirme llegaron más tarde, al final del instituto y al iniciar los estudios universitarios. Posiblemente, el primero fue un narrador, Pere Calders. Aún lo considero una presencia fundamental y algo de él se acaba incorporando de alguna manera a lo que escribo. Tambien, Víctor Català, Josep Pla, en la narrativa, o Joan Salvat-Papasseit, Joan Alcover o Josep Maria Llompart, en la poesia fueron algunos de los primeros autores que me influyeron. En este caso, pero, más como lector que no como autor. Aunque siempre, me imagino, en mi obra hay posos de todas las lecturas que he ido acumulando. 

¿Cómo definiría a su poesía?

La poesía, para mi, es la suma de dos factores. Por la que respecta al contenido, me gustaría pensar que es una herramienta al servicio de un mayor autoconocimiento. En este sentido, la considero una disciplina cercana a la filosofía. Por otro lado, está la forma, aquello de explotar la función poética del lenguaje: decir las cosas buscando la belleza que se esconde tras las palabras. Por aquí, la veo muy próxima a la música. Esta es, teóricamente, mi poética. Mi poesía es el intento (que siempre tiende al fracaso) de llevarla a la práctica.

tot acceptant la vergonya
de qui veu el seu reflex
al mirall d’uns altres ulls
hi ha el mal sabor de boca
d’un túnel sense sortida
d’un miracle inexistent
a les parets esfondrades
davant les quals només resta
reafirmar el curtcircuit
que t’esgarrapa la carn

¿Cree que el poeta “evoluciona” en su escritura? ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

La evolución es evidente. A medida que acumulas nuevas lecturas y una mayor experiencia escribiendo, la  propuesta va cambiando. En mi caso, creo que he pasado de unas primeras tentativas demasiado influenciadas por una poesia poco lírica y que tenía como centro de interés aquello que me rodeaba a una interiorización y un intento de esencializar el lenguage.

¿Cómo siente que un poema está terminado y cómo lo corrige?

Para mi, no existe un poema terminado. No he acabado nunca ninguno. Los abandono. Debo hacerlo. Cada vez que reviso un texto, tiendo a intentar mejorarlo. Siempre detecto cosas que no terminan de convencerme. Esto puede convertirse, de hecho acaba convirtiéndose, en un ejercicio obsesivo. Llega un momento en que, por higiene mental, debo alejarlos de mi. Por ejemplo, dejándolos reposar cuando veo que en vez de mejorarlos siento que estoy bloqueado y los cambios no son en positivo; también, enviándolos a algunos lectores de confianza (abusando de su paciencia y generosidad); alguna vez, presentándolos a un premio. Esto me permite, durante un tiempo, no tener que pensar en ellos. Es una especie de liberación.

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

Conseguir que forma y contenido coexistan en perfecto equilibrio en el texto. Y estar contento conmigo mismo, aunque veo muy difícil poder conseguirlo algun dia. Es un enunciado un poco egoista, pero lógico si partimos del hecho de que escribo para conocerme mejor. 

¿Qué lugar ocupa, para un poeta como usted, las lecturas en vivo?

Un papel secundario. Puede parecer paradójico, porque para mi, la poesia es un género esencialmente oral. Es allí dónde luce la música que la caracteriza. Pero esa música, sin el contenido, no es nada. Disfruto mucho participando en lecturas en vivo, como recitador o como oyente, pero donde realmente aprecio la poesia es en la lectura (y relectura) solitaria y silenciosa. 

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs etc?

No hay literatura sin lectores. Cualquier medio que permita el contacto entre autor y lector es siempre positivo. 

per açò és molt més pràctic
a la fita equidistant
reduir els maldecaps
al regust d’una glopada
i trepitjar ferm la terra
en emprendre el camí recte
quan glateix sense mesura
l’anhel roent de l’instint
endut pel gest primigeni
de l’animal que s’imposa

¿Podría recomendarnos un poema de otro/a autor/a que le haya gustado mucho?

Esta pregunta es más difícil de lo que aparenta. Me obliga a establecer una jerarquia. Cito el primero que me viene a la cabeza, aunque posiblemente, en un minuto, la opción sería otra: Charles Baudelaire, «Una carroña». Pero, no he terminado de decirlo y pienso: ¿y porqué no «En la meva mort», de Bartomeu Rosselló-Pòrcel? ¿O, «Què en queda», de Margarita Ballester? Y no pararíamos…

¿Qué libro está leyendo en la actualidad?

En poesía, exactamente en este momento estoy releyendo I Déu en algun lloc, de Sònia Moll, que ha acompañado, en los últimos días, a Mos de gat, de Dolors Miquel y Mort d’un aviador tartamut, de Lucia Pietrelli. Cuando lo termine, tengo sobre la mesa el último de Carles Rebassa (Sons bruts) y Wislawa Szymborska (Instant). 

¿Qué consejos le daría a un/a joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la poesía?

Que lea mucho. Le ayudará. Es obvio. Y que se deje guiar por el instinto. Por otra parte, no creo que esté en una posición que me permita dar consejos a nadie. 

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

En el caso concreto de la literatura catalana, que es el que conozco, creo que hay una cantidad interesante de pequeñas editoriales que permiten que se siga dando a conocer buena poesía en ediciones muy dignas (y la que no tanto, por cierto: hasta la mía han publicado). Después, nos encontramos con las grandes empresas, que tratan a los autores y a las obras de una manera muy diferente, pero que juegan su papel y que también son necesarias. Me preocupa, pero, que no haya nadie ocupando el espacio central.

¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?

Por ejemplo, alguna pregunta sobre qué opino de las entrevistas a los escritores. Tengo sentimientos contradictorios al respeto. Entiendo que pueden ser de utilidad a la hora de dar a conocer nuevas propuestas literarias, pero muchas veces saber según qué cosas del autor —algunas de ellas totalmente superfluas— no ayudan en nada en aquello que es esencial: el texto. És más, pueden acabar interfiriendo de manera negativa en la relación entre el lector y la obra.

Muchas gracias Ismael por la entrevista. Y a vosotros, lectores, esperamos que hayáis disfrutado la entrevista y gracias por haber llegado hasta aquí.