Si tu nacionalidad es argentina asumo que ya sabes quién es María Elena, como también lo sabe tu mamá y tu abuela, ya que el nombre de esta artista es emblema de la bella nación celeste y blanco.

Por otra parte si no lo eres, bienvenido a este pequeño homenaje a una de las mejores artistas que ha pisado la tierra argentina, María Elena Walsh: escritora, compositora, cantautora, poetisa y  dramaturga.

La poeta argentina María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía (Buenos Aires, Argentina) y falleció el 10 de enero del año 2010. Escribió su primer libro de poesía a la edad de 17 años, titulado “Otoño imperdonable” con el cual fue ganadora del premio municipal de poesía, cuyo jurado no le otorgó el primer premio por ser demasiado joven. No obstante fue reconocida en los círculos literarios de la época por dicha obra, siendo éste el inicio de lo que sería su legado. También es necesario mencionar que María Elena Walsh ha sido icono de obras de teatro y canciones para niños. Muchos de sus títulos y versos son metáforas de distintos momentos políticos de Argentina.

María Elena Walsh
La poeta argentina María Elena Walsh

Entre estas obras se encuentran: «El país jardín de infantes», «El reino del revés», «El país de no me acuerdo» y «Novios de antaño». Se pueden leer sus versos en la web A media voz.

Walsh toca temas sociales de la época de la dictadura militar en sus canciones infantiles como:

El reino del revés

Me dijeron que en el reino del revés 
nadie baila con los pies, 
que un ladrón es vigilante y otro es juez 
y que dos y dos son tres. 

Vamos a ver cómo es 
el reino del revés. 

Me dijeron que en el reino del revés 
cabe un oso en una nuez, 
que usan barbas y bigotes los bebés 
y que un año dura un mes. 

Vamos a ver cómo es 
el reino del revés. 

Me dijeron que en el reino del revés 
hay un perro pekinés 
que se cae para arriba y una vez 
no pudo bajar después. 

Vamos a ver cómo es 
el reino del revés. 

Me dijeron que en el reino del revés 
un señor llamado Andrés 
tiene 1.530 chimpancés 
que si miras no los ves.

Vamos a ver cómo es 
el reino del revés. 

Me dijeron que en el reino del revés 
una araña y un ciempiés 
van montados al palacio del marqués 
en caballos de ajedrez. 

Vamos a ver cómo es 
el reino del revés. 

Vamos a ver cómo es 
el reino del revés.

Menciono este poema ya que sus rimas traen recuerdos de mi niñez. Sus letras disparatadas y absurdas invitaban a los niños  a recrear un mundo imaginario y poner a jugar la imaginación y la creatividad. El tema de esta canción es un mundo donde las cosas y las personas tienen capacidades opuestas al nuestro.

Era una fuerte crítica del estado en el que se encontraba el país a través de sus versos, como lo podemos ver en esta obra titulada “Eva”. En ese poema nos hacía reflexionar sobre como se vivía en esa época; fue censurada.

Eva

Calle Florida, túnel de flores podridas.
Y el pobrerío se quedó sin madre
llorando entre faroles sin crespones.
Llorando en cueros, para siempre, solos.
Sombríos machos de corbata negra
sufrían rencorosos por decreto
y el órgano por Radio del Estado
hizo durar a Dios un mes o dos.
Buenos Aires de niebla y de silencio.
El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a París rayos de sol.
La cola interminable para verla
y los que maldecían por si acaso
no vayan esos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera.
Flores podridas para Cleopatra.
Y los grasitas con el corazón rajado,
rajado en serio. Huérfanos. Silencio.
Calles de invierno donde nadie pregona
El Líder, Democracia, La Razón.
Y Antonio Tormo calla «amémonos».
Un vendaval de luto obligatorio.
Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte más muerte.
Pobrecitos rubíes, esmeraldas,
visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales,
vacías, arrumbadas en la noche.
Y el odio entre paréntesis, rumiando
venganza en sótanos y con picana.
Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.
Lágrimas enjuagadas con harapos,
Madrecita de los Desamparados.
Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lagrimas de abajo.
En plena juventud. No somos nada.
No somos nada más que un gran castigo.
Se pintó la República de negro
mientras te maquillaban y enlodaban.
En los altares populares, santa.
Hiena de hielo para los gorilas
pero eso sí, solísima en la muerte.
Y el pueblo que lloraba para siempre
sin prever tu atroz peregrinaje.
Con mis ojos la vi, no me vendieron
esta leyenda, ni me la robaron.
Días de julio del 52
¿Qué importa donde estaba yo?


II
No descanses en paz, alza los brazos
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora
lavada en pólvora, resucitando.
No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo,
metiste a las mujeres en la historia
de prepo, arrebatando los micrófonos,
repartiendo venganzas y limosnas.
Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última piedra?
Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.
Todas, las contreras, las idólatras,
las madres incesantes, las rameras,
las que te amaron, las que te maldijeron,
las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas
las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.
Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste.
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos, loca
que arrebató el poder a los soldados.
Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.
Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.
Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada
en el candor de la beneficencia
pero la única que se dio el lujo
de coronarse por los sumergidos.
Agallas para hacer de nuevo el mundo.
Tener agallas para gritar basta
aunque nos amordacen con cañones.

Sus obras no solo eran para niños o con mensajes subversivos, también podemos encontrar su lado romántico, sentimental, fresco y apasionado como en los siguientes poemas.

Canción

Alma sin el amor, ave dejada
en los terrenos de la maravilla:
cuando no haya más hojas
y se acaben los días
yo seguiré buscando
tu luz recién nacida
-alma sobre rebaños levantada-
para hacer las mañanas de mi vida.
El enlutado mundo que habitaba
ahora es el cielo que la frente pisa.
(Si se apagaran todas
las uvas de la viña
o se muriera el pan
en las espigas,
este incendio frutal de mi esperanza
en otra tierra se levantaría.)
Tu mano era mi mano desde siempre,
tu voz mi voz, y yo no lo sabía.
Anduve con tu sombra
al lado de la mía
por mortales caminos
y celestes orillas.
Eras un sueño en busca de mi frente
para nacer, y yo no lo sabía.
Ya mis ojos usaron la belleza
y fueron en sedienta cacería
-con su lastimadura
de límites y aristas-
al pámpano desnudo
y a la rosa vestida,
buscándote desde los miradores
con el Amor-Que-Todo-Lo-Imagina.
Cuando tú fuiste la increíble imagen
yo era la sed y el vaso y la bebida.
Las puertas y los frascos,
cubiertos de ceniza,
guardaban el perfume
de la melancolía,
mientras los palomares te esperaban
con el Amor-Que-Nada-Te-Imagina.
Aunque la providencia me negara
el alimento para la alegría,
aunque me entristecieras
la intemperie divina
con pájaros callados
y sombras pensativas,
aunque olvidaras, aunque no existieras,
mi corazón igual te cantaría.

Balada del tiempo perdido
«Yo dormía pero mi corazón velaba…»
Cantares


Como a sus vanas hojas
el tiempo me perdía.
Clavada a la madera de otro sueño
volaban sobre mí noches y días.
Poblándome de una
nostalgia distraída,
la tierra, el mar, me entraban en los ojos
y por ociosas lágrimas salían.
Cuántos papeles ciegos
en la tarde vacía.
Qué multitud de imágenes miradas
como a través de una mortal llovizna.
Entorpecidas sombras
en vez de manos mías,
de tanto enajenarse en los espejos,
todo lo que tocaba se moría.
Memorias y esperanzas
callaban su agonía:
un porfiado presente demoraba
siempre las mismas ramas amarillas.
Qué tiempo sin sentido
el que mi amor perdía.
Qué lamentable primavera inútil
haciendo en vano flores que se olvidan.
Pero mi corazón
velaba y no sabía.
Recuperada su pasión secreta
ahora enamorado resucita.
Y el tiempo que hoy me guarda
entre sus hojas vivas
es un tiempo feliz desde hace tantos
sueños que nacerán en la vigilia

María Elena Walsh, admirada por muchos escritores como Pablo Neruda, Jorge Luis Borges o Juan Ramón Jiménez, ha sido un emblema argentino que sigue trascendiendo con sus canciones y letras, transformándose en legado y patrimonio literario y poético argentino.