Nacido el primero de mayo del 92 el autor es practicante de artes marciales y licenciado en Historia por la Universidad Veracruzana, titulado con la tesis Banderas de fuego, pechos de luz. Voluntarios mexicanos antifascistas en la Guerra Civil Española, es autor de los siguientes poemarios Escribe poesía, construye bombas caseras, Conversaciones de odio, Delirios nihilistas y La asamblea de los fantasmas, además de participante o fundador de diversas tertulias literarias tales como Adictxs a la Poesía, Vérsame Mucho, Conspiración Poética, entre otras. Adepto a las causas perdidas, en 2008 se unió a La Otra Campaña, iniciativa del EZLN en México, desde entonces ha militado en diversas organizaciones zapatistas y marxistas leninistas como La Asamblea Estudiantil Xalapeña, Jóvenes ante la Emergencia y el Desastre Nacional, la Juventud Comunista de México y el Colectivo Acero. 

¿En qué momento supo que quería ser escritor?

No es una pregunta a la cual pueda dar una respuesta corta, más bien las circunstancias de vida me llevaron a esta dirección, en la preparatoria por ejemplo era un lector y escritor acérrimo de fanfiction y ese gusto lo llevé a mis primeros cuentos ¡incluso gané algunos concursos estatales para adolescentes! Eso sin mencionar mi participación en tertulias locales en Xalapa. Pero en su mayoría no me tomé en serio la idea de ser escritor debido a que he pasado la mayor parte de mi vida militando en diversas trincheras de la izquierda revolucionaria mexicana (principalmente organizaciones zapatistas y socialistas) por lo que si bien nunca he dejado de escribir nunca me tomé el tiempo de organizar cuentos o poemas y publicar, eso cambió durante la pandemia, cuando comencé a publicar algunos de mis poemas en redes sociales, fueron ampliamente aceptados y compartidos, por lo que escribí mi primer recopilatorio que publiqué a fines del 2020, desde entonces llevo ya 4 libros publicados, el último ya en una editorial internacional.

O más bien, ¿las sensaciones que lo constipaban le hicieron convertirse en poeta?

No estoy seguro de cómo describirlo, puedo ser completamente obsesivo y desapegado, deprimido y furioso, todo al mismo tiempo y eso suele reflejarse en mis palabras, mis sentimientos suelen ser cuchillos: si no los uso contra alguien o algo esos mismos cuchillos suelen reclamar por su libra de carne, preferentemente la mía.

Cuando eso sucede no tengo más opción que escribir y cuando escribo me olvido de todo y de todos, convierto esos cuchillos en versos anhelantes de cortar algunas gargantas.  Al escribir describo mi paranoica existencia, escribo sobre aquello que conozco y las experiencias que me han moldeado, como cualquier otro escritor soy producto de mis circunstancias históricas y por ello no puedo evitar relatar pedazos de mi historia en este el capitalismo en descomposición, donde aún no se sabe que habrá de sustituir este régimen ¿el fascismo o el socialismo? Sinceramente le he dedicado mi vida a impedir la primera opción y haré todo lo que esté a mi alcance para que esa alternativa alguna vez llegue a suceder.

Por otra parte, escribir puede llegar a ser un acto zen en sí mismo, pero solo si estás suficientemente cansado: si llevas tres días sin dormir, obligándote a escribir y reescribir buscando la palabra exacta que refleje toda mi ambigüedad, compromiso marxista y rabia nihilista, en una sola expresión, puede y debe ser repetitivo hasta desgastarnos y con ello encontrar pulida la palabra correcta.

Como a muchos escritores les ha pasado que no sabían que esto iba a ser algo muy importante en su vida, una virtud que más bien les definió su camino. O como bien decía el viejo indecente, una tremenda desvirtud, una especie de condena.

Dígame. ¿Dónde se visualiza como escritor en un futuro?

Toda mi vida he tenido personajes a los cuales he imitado, he intentado ser un Che Guevara, un Lenin y por momentos un Vladimir Maiakovski o un Jean-Paul Sartre, ahora busco ser yo mismo, ser Aníbal Malaparte, poeta de la revolución latinoamericana.

Se que es una ambición tremenda, pero he sacrificado demasiado como para detenerme ahora, está y no otra es mi condena: el no aceptar revés alguno, para mí siempre es todo o nada, se perfectamente que si fracaso bien puedo terminar en alguna fosa común o un vuelo de la muerte, pero no me importa, la vida es demasiado corta como aceptar los límites de lo posible.

¿Crees que el ambiente social en el que creciste influyó en tu inclinación por militar en estas trincheras de la izquierda?

Mi formación profesional es como historiador, una lección fundamental que aprendí en la facultad es que tenemos muchas raíces entre las cuales elegir nutrir nuestros frutos, en mi caso elegí las raíces de mi parte de la familia que participó (y pagó un cruel precio por ello) en diversas luchas agrarias, estudiantiles y sindicales.

Por supuesto, no puedo negar una influencia directa de mi padre, gracias a él pasé mi primera infancia escuchando a Silvio Rodríguez, Victor Jara o los Rolling Stones mientras leía los libros de su biblioteca, lleno de autores como Herman Hesse, Kahlil Gibran, John Womack Jr o el Che Guevara.

Por supuesto, tengo otras raíces, a veces me gusta escarbar en el suelo hasta encontrarlas solo para susurrarles cuanto las odio.

Nada más bello que poder hacer mención de lo valioso que es saber que ha germinado en nosotros la semilla heredada de nuestros padres.

Coincido contigo en haber recibido como tu un regalo tan valioso que fue la música y los libros de nuestros padres.

Debo mencionar que pude notar un poco de tu resentimiento social a través de tus letras. Una fuerza que viene de la lucha social que notaste desde tu infancia. Así que te hago esta siguiente pregunta.

¿Qué impacto social te gustaría alcanzar con el poder de tus letras?

Y lo digo abiertamente porque sé que sabes cuánta fuerza tienen las letras, es por eso que dicen que escribir, no es para cualquiera. No soy tan soberbio o pretencioso como para pensar que mis letras van a cambiar el mundo… pero me gusta la idea que mis letras sean leídas por la vanguardia de militantes que derrumbarán este sistema podrido.

Es muy claro tu impetuoso afín por romper con el sistema. Me gustaría ser como tú, quien rompe con sus letras ese tipo de barreras. Me recuerdas a las letras de Rage against the machine. Mucha fuerza en sus versos. ¿Cuáles han sido tus alternativas para darte a conocer en el ámbito literario?

No muchas, tengo apoyo de mis camaradas y amigos quienes suben fotos de mis poemas en redes sociales (páginas y perfiles) y algunas notas periodísticas de eventos que hemos tenido en la ciudad como cuando organizamos el evento local del FIP palabra en el mundo festival internacional de poesía en todas partes. Fuera de eso ningún tipo de apoyo institucional, mucho menos becas. La única ocasión en que recibí apoyo institucional fue en la facultad de historia (dirigida por el doctor Raúl Romero) cuando gestionó que nos prestaran un salón para organizar tertulias en la Universidad Veracruzana, y eso solo cuando estudiaba la licenciatura.

Dicen que la vida de los escritores es extraordinaria, pues pasan por cosas a veces tan dramáticas que les da madera para seguir escribiendo. ¿Has escrito acerca de tu infancia?

Realmente, no me siento a gusto con la mayoría de mis recuerdos de infancia, en su mayoría son deprimentes, aburridos o una mezcla de ambos. Si bien fue en mi infancia cuando comencé a devorar libros cuando comienzo a inspirarme en mis propias experiencias fue en la adolescencia tardía.

Me gustaría saber ¿qué opinas de las nuevas generaciones de escritores? También quiero preguntarte: ¿Qué opinas acerca del tipo de poesía que anda compartiéndose tan comúnmente en redes sociales?

Es complejo hablar de nuevas generaciones de escritores en el sentido en que no somos pocos quienes estamos publicando nuestro trabajo.

Pero puedes decir ¿Qué es la cantidad contra la calidad? ¿Dónde están los poemas como La nube en pantalones, Canto Villano o Tú me quieres blanca? ¿Por qué antes se escribía mejor? En realidad, no es que antes se escribiese mejor o que el mejor momento de la poesía ya pasó, lo que sucede es que solo recordamos a los mejores.

Piensa por ejemplo en la música de cámara (la que solemos llamar clásica) o los notables del rock o el jazz al compararla con… bueno, casi cualquier canción contemporánea (a mayoría de las cuales de todas formas son basura) lo cierto es que la mayoría te dirán que antes era mejor pero eso es que al hablar de la música de antes en el tiempo presente hará que hablemos de solo la música que logró pasar por el filtro de la grandeza… dejando atrás una gran cantidad de canciones que podemos describir amablemente como olvidables. Conforme pasan los años y el olvido reclama su libra de carne al mirar al pasado solo podemos ver lo mejor de lo mejor no solo en música sino en cine, literatura, teatro, etc.

Entonces, cuando hablamos ahora mismo sobre nuevos escritores sucede exactamente lo mismo: en su mayoría vemos en las foros, presentaciones, librerías y especialmente en las redes sociales una gran cantidad de letras llenas de cursis clichés extremadamente predecibles o malditismos artificiales que ya ni siquiera intentan rebelarse… es el síntoma de una época (el capitalismo en descomposición) pero eso no significa que sea toda expresión literaria contemporánea, si hablamos de quién está escribiendo algo que considero en el futuro será recordado como parte de algún canon mencionaré por ejemplo a Dariela Torres o Iris Kiya, si bien no tengo el gusto de conocerlas personalmente he leído su trabajo y es jodidamente bueno.

¿Cuál ha sido su postura como escritor, ante la estadística del bajo número de lectura que existe en Latinoamérica?

Es una respuesta muy larga y compleja que debemos de dividir en dos partes.

Mi primera opinión que tenemos que aceptar es sacarnos varias ideas coloniales que como sujetos colonizados hemos interiorizado: una de ellas de ellas es que somos pueblos subdesarrollados porque no leemos o no leemos lo suficiente. No digo que no seamos una región pobre e iletrada, pero en su conjunto somos iletrados porque somos pobres, no al revés como afirman los punitivitas de buena o mala conciencia (es decir, liberales o fascistas).

Entonces, culpar a los posibles lectores por no leer cuando viven como proletarios precarizados es colocarnos a nosotros mismos por encima de ellos cuando lo cierto es que la gran mayoría de los escritores somos proletarios precarizados nosotros mismos. 

En esta misma línea también hay que tomar en cuenta no existe nada parecido a un libre mercado en el consumo de la cultura: simple y sencillamente la industria cultural de la burguesía ha construido un monopolio ideológico que sustituye la conciencia por el conformismo, la individualidad con la homogeneidad y la rebeldía por una transgresión críptica que no lleva a ninguna parte.

Esta industria cultural gira completamente alrededor de dos objetivos: mantener el orden de explotación, despojo y opresión actual al mismo tiempo que abortan la creencia que es posible obtener un mundo mejor, que mejor ni moverle porque las alternativas son aún peores. Lo peor es que este monopolio ideológico y cultural es omnipresente, no se encuentra solo en los mediocre reality shows en televisión, deporte lleno de campeones a modo, las sagas que explotan el sensacionalismo en el cine o el reggaetón y perreo en las discotecas, este monopolio se encuentra también en la industria editorial: con mayor o menor grado de talento ahí encuentras a los Octavio Paz, E. L. James, Carlos Cuauhtémoc Sánchez, Elena Garro, J. K. Rowling, Vargas Llosa, Paulo Coelho, Elvira Sastre, Gabriele D´Annunzio, Ana Iris Simón o George Orwell del mundo, la lista es gigantesca.

No, no estoy diciendo que un superventas sea malo (soy un gran fan de Haruki Murakami, Yu Xiuhua o George R.R. Martín) sino que muchos autores no han tenido nada parecido a una ruptura epistémica con las ideas burguesas, por lo que al escribir simple y sencillamente reflejaran de una forma u otra las diversas ideas burguesas, reproduciendo cursilería, paranoia, meritocracia, gandallismo, sentimentalismo, evasión, anticomunismo, esnobismo, lumpenismo, etc. 

Cuando aprendemos entonces que nuestro “público” piensa en sobrevivir a cualquier costo en este el capitalismo en putrefacción al mismo tiempo que el monopolio cultural lo mantiene consumiendo basura dejamos de culpar a nuestros no-lectores y a nosotros mismos de nuestro percibido fracaso.

La segunda parte de mi respuesta tiene que ver con la forma en la cual vamos a responder a esta situación: yo personalmente abrazo la idea de la literatura como arma para capturar, criticar y participar en un momento histórico: es hacer nuestra una comprensión de la historia (y por lo tanto nosotros mismos como sujetos en la lucha de clases) como la abolición indeleble de un hecho consumado por parte de otro hecho temporalmente indescifrable a consumar sin que sepamos que desencadenará el acontecimiento de la revocación cuando estalle la nueva correlación de fuerzas en la lucha de clases con la cual hemos de arremeter contra las diversas metafísicas y pseudo-materialismos que afirman por una parte que el pasado ya está escrito y que por otra parte el futuro ya está determinado por alguna ontología. 

Somos sujetos de la lucha de clases y como tales aceptamos que el pasado se encuentra inconcluso, inconcluso en la medida que las promesas revolucionarias del pasado continúan sin concretarse, este pasado por lo tanto no debemos verlo a merced de una teología de añoranza sino como una violenta circunstancia de remodelación. Es en la historia donde encontramos tanto la presencia de un pasado que interrumpe el presente como un presente que reajusta su pasado.

Entonces, al comprender la literatura como arma crítica podemos superar no solo la baja cantidad de lectores existentes en Latinoamérica sino también el propio concepto de lectores, la unidireccionalidad de la vieja comprensión del libro para apuntar ahora a construir un diálogo sobre las fronteras ideológicas del mundo que nos atraviesa y que pretende no solo comprender este mundo sino transformarlo. La literatura tiene que combatir la pasividad y romper el cerco histórica que mantiene la idea de un público cautivo incapaz de ser algo más que un espectador y esto solo podemos lograrlo cambiando no solo el discurso sino también la forma del discurso, la elección temática va de la mano con la experimentación en la enunciación del mensaje revolucionario: eres un sujeto de y en la historia que, aunque irredimible por sí mismo aún puede redimir el pasado.

Soy marxista y soy poeta comunista, como marxista busco la verdad desnuda, cruel y científica detrás de las mentiras de la ideología burguesa, pero como poeta comunista busco que una vez descubierta y desvelada esta verdad oculta no tenemos más opción que inventar nuevas dimensiones estéticas para comprender esta verdad y con ello anunciar la promesa que este eterno presente de muerte que se alarga sin fin hacia pasado terminará por nuestra fuerza y acciones.

Le comento que volví a tomar su libro. Releer algo siempre es agradable. Es igual que volver a mirar una misma película y encontrar cosas que antes no había notado. Una de las que más me movió fue esta: Aquello que extrañas no solo ya no es; sino que nunca existió. ¿De dónde nace la inspiración para estas frases que redactaste en este libro?

Estoy completamente desapegado a todo lo que se supone que debería de amar al mismo tiempo que me aferro sin piedad para conmigo mismo a mucho de lo que me lastima simple y sencillamente porque yo elegí aferrarme. Al mismo tiempo en mi entorno social tengo demasiados puentes quemados como para ir a cualquier otra dirección que no sea adelante.

Mete todo eso en una batidora, añade algunos excesos, heridas exquisitas, madrugadas entrenando y una vieja obsesión literaria que me hace devorar libros y supongo que así es como nacieron la mayoría de los aforismos que encuentras en Delirios Nihilistas.

Como siguiente pregunta. ¿Dime de dónde nace esta emoción?

No lo sé. Ni siquiera sé si puedo responder a esta pregunta. Puedo hablarte sobre las condiciones históricas en las cuales existo que hacen que alterne entre la tristeza y la rabia como lo hago. Pero creo eso solo responde la mitad de la pregunta, supongo que nací jodido y con el paso de los años el daño simplemente se ha ido acumulando.

A lo mejor solo soy un sociópata que ha aprendido a sublimar su confusión ante las interacciones sociales y toda la violencia que tal vez sea su único talento real.

O tal vez solo me miento a mi mismo para no romper impulsivamente los espejos al rasurarme ¿Quién sabe? Tal vez si me veo más interesante de lo que realmente soy encuentre algún motivo para no matarme, finge hasta que lo seas recomendaba Spinoza.

Quizás todo esto no es más que un mecanismo para hacerle frente a mis traumas de pérdida y a la larga lista de sacrificios/dejar ir todo en pro a una serie de objetivos que ahora sé qué eran imposibles, pero en que su momento pensaba que eran factibles, ahora que tengo nuevamente una vida más allá de mis objetivos supongo que la poesía es algo en lo cual puedo ocupar mi tiempo.

Probablemente todo esto no sean más que racionalizaciones sin sentido.

No creo que exista una respuesta.

No se si quiero que exista.

Una de las cosas más interesantes en los escritores. Es el poder llevarnos a experimentar emociones de las que no logramos discernir el trasfondo. ¿Consideras que tu escritura te ha ayudado como catarsis para trascender el dolor y recuerdos que te marcaron?

Lo primero que quiero dejar en claro es que ni la terapia ni el amor propio resuelven las desigualdades y opresiones sistemáticas.

Dicho esto, no, ni siquiera un poco. La escritura puede ser terapéutica para algunos, pero no para mí. En realidad, lo evito directamente, no tengo lugar en mi vida para esa concepción de la literatura. Soy el tipo de personas que prefiere la muerte al aburrimiento y ser una persona sana es tan… ordinario que me parece repulsivo. Eso para mi significa que si mis traumas me llevan a nuevos límites (o nuevos mínimos, en este punto no me importa) los abrazo de todo corazón. 

Pese a mis contradicciones no dejo de ser una persona con gustos simples: me gusta un t-bone a ¾, el vino, la ginebra, los sparrings con mis amigos y acariciar y tallar contra mi cara a mi gato (es gordo y nihilista además de suave y oler muy bonito, mi vida es mejor solo porque el existe en ella). Encuentro estos gustos mejores sedantes y cicatrizantes que la poesía. Por supuesto, no niego el valor de la terapia ni recomiendo no asistir si alguien considera que puede solucionar sus problemas de esta manera.

Antes de finalizar quiero agradecer este espacio y volver a externarte mi admiración por tu trabajo. Por último, déjame preguntarte. Cómo parte de tu evolución como escritor. ¿Has pensado en escribir en algún momento una novela?

Eventualmente me verás publicar una colección de cuentos y por supuesto, una novela.